Page 243 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Elementos conectados con los juegos
          Estamos muy mal informados acerca de numerosos elementos en tomo a la in­
       fraestructura y material de los juegos etruscos. Que se sepa, hasta la fecha no ha apa­
       recido en territorio etrusco —como se ha señalado anteriormente— ningún resto de
       estadio,  circo  o  gimnasio,  salvo  el pequeño  espacio  con graderío  de  la  Tomba della
       Cuccumella o  el rectangular, también con gradas,  de Blera y los restos del edificio a
       cielo abierto de Caere.
          Lo  mismo  cabe  decir del instrumental  atlético  empleado, prácticamente  ine­
       xistente.  Sabemos,  por  otra  parte,  que  determinados  atletas  utilizaron  el  aceite
       para ungirse  el  cuerpo y también los  árbitros para entregarlo  como premio  a los
       vencedores.
          Algunos deportes los practicaron totalmente desnudos o en todo caso provis­
       tos  de perizomas y de  suspensores  (Tomba delle  Olimpiadi).  Una  estela de  Felsina
       (hoy en Bolonia) figura a unos boxeadores cubiertos con un faldellín plisado que
       les llega a las rodillas. En otras representaciones van provistos de un taparrabos o
       calzoncillos.  En  muchos  casos  (cipo  de  Chiusi,  Tomba degli Auguri,  Tomba della
       Scimmia, vasos cerámicos), los atletas aparecen «infibulados», es decir, preparados
       tras  una  pequeña  mutilación  sexual  para  practicar  determinados  deportes  sin
       riesgos.
          La infibulatio fue una costumbre singularmente griega (W. E. Sweet) y los porme­
       nores  de su  operación se  conocen gracias a un texto  de  Celso  (Tratado de Medici­
       na, VII, 25). Consistía en horadar mediante una aguja el prepucio en dos puntos por
       los que se hacía pasar —para sujetar el pene— una cuerdecilla, la cual, a su vez, se fi­
       jaba a la cintura.
          Un vaso griego, obra de Eufionios, hallado en Capua y hoy en Berlín, y otro, atri­
       buido a Peithinos, localizado en Tarquinia, reproducen la escena de la infibulatio: el
       acto de hacer pasar por el prepucio del pene la cuerdecilla que luego el atleta fija a su
       cintura. Para Etruria tenemos el ejemplo en un espejo de bronce, hoy en Viena, en el
       que uno de los dos gimnastas está en trance de «infibularse».




       C e l e b r a c io n e s  fu n e r a r ia s

          La serie de fiestas celebradas tanto a nivel privado como en honor de los dioses
       o bien con ocasión de determinados funerales fueron, asimismo, un buen pretexto
       para que las familias de la nobleza y de las clases ricas obsequiasen a sus amistades
       con copiosos banquetes y, en su caso, deslumbrantes espectáculos, que las pinturas
       de algunas tumbas, numerosos cipos, estelas, lastras y urnas cinerarias recogieron con
       todo lujo de detalles. A ello deben añadirse los variadísimos utensilios de cerámica
       (hornillos, cálices, copas, platos, cucharas) y de metal empleados en la preparación y
       desarrollo  de tales banquetes,  dejados luego  en las tumbas como componentes del
       ajuar funerario  (caso  del servicio portaviandas,  probablemente  de  Chiusi,  formado
       por diez piezas), inequívoca señal del prestigio personal del difunto y dispuestos para
       una posterior celebración.

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