Page 276 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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en el área de Populonia, se ha encontrado un yacimiento costero marítimo, fechado
        por los expertos en el siglo x a.C. y más al sur, en Torre Valdaliga, cerca de Civitavec­
        chia, ha aparecido otro, incluso de mayor antigüedad. Tales asentamientos marítimos
        son señal inequívoca de la clara proyección marinera de los etruscos, que ampliarían
        a puntos más lejanos del Mediterráneo en tiempos posteriores.
           Durante los siglos vil y vi a.C. los contactos comerciales con los helenos (prime­
        ro los eubeos y luego los corintios y foceos) fueron muy intensos. De esta manera,
        las producciones orientales (cerámicas, vasos de alabastro, objetos de marfil, huevos
        de avestruz decorados, conchas incisas) se  difundieron por Etruria.  La primera ciu­
        dad  etrusca  que  se  lanzó  al  comercio  marítimo  fue  Caere,  sobre  todo  entre  los
        años 700 y 650 a.C., hecho que redundó en su prosperidad material. Puede afirmar­
        se que entre el final del siglo vil y la mitad del vi a.C. los etruscos gozaron de plena
        libertad en los mares y sus exportaciones (productos agrícolas, vino, buccbero y vasos
        etrusco-corintios) se difundieron ampliamente por todo el Mediterráneo.
           Sin embargo, a partir del 540 a.C., el comercio etrusco sufrió un sensible retroceso en
        el exterior, motivado no sólo por la presencia de nuevos navegantes griegos y el incre­
        mento de la potencialidad cartaginesa, sino también por la propia pérdida de la calidad
        de sus manufacturas. Ante ello, Etruria se vio obligada a potenciar nuevos mercados
        —comercio centroeuropeo— y a llevar a cabo una serie de acciones militares y diplomá­
        ticas en el Tirreno, a fin de crear una mejor área para la distribución de sus productos.


        El comercio y  la piratería

           Las ciudades etruscas pudieron así organizar una política comercial que les llevó
        al control de nuevos mercados y de sus vías de acceso, estableciendo incluso colonias
        permanentes en el extranjero. Esto provocó el choque con los griegos, quienes en el
        Mediterráneo occidental habían fundado la colonia de Massalia (Marsella) en las bo­
        cas del Ródano, y la de Alalia en las costas de Córcega, y obligó a los etruscos a pac­
        tar con los cartagineses —según se sabe por Aristóteles (Política, III, 9)— para repar­
        tirse ambas potencias las áreas comerciales marítimas.
           Todo el sistema político-económico de los etruscos se mantuvo más o menos es­
        table hasta el año 474 a.C., momento en que fueron derrotados en aguas de Cumas
        por los siracusanos. A partir de entonces, la presencia de comerciantes etruscos en el
        mar disminuyó sensiblemente.  Con ello, la pretendida talasocracia etrusca, evocada
        en el siglo rv a.C. por Timeo de Tauromenio, dejaba de existir.
           No lo hizo la piratería, práctica a la que se aludió en páginas anteriores. Diferen­
        tes estudios  de M.  Torelli, M.  Gras,  M.  Giuffrida Gentile y S.  C.  Bakhuizen,  entre
        otros, permiten conocer no pocos aspectos de la misma, que se mantuvo aún intac­
        ta durante dos siglos hasta ser eliminada por los romanos. Tal piratería tirrénica (kis-
        tai Tyrsenoi),  cuya existencia fue propalada por los griegos —sus competidores en el
        campo comercial marítimo— y testimoniada por los romanos (Cicerón, De republ,
        II, 4), incluso llegó a pasar al anecdotario cotidiano, según refleja un himno atribui­
        do a Homero (Himno VII), anteriormente recordado.
           El argumento del mismo, estudiado por A. W. James, se centra en la leyenda de
        que los tirrenos llegaron en su osadía pirática a capturar al propio Dioniso (Fufluns,
        en etrusco) y a intentar venderlo como esclavo (en la versión latina de Higinio el Fa­
        bulista, a violarlo a causa de su belleza). El dios, ante tamaña osadía, se vio obligado

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