Page 281 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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anclas, mazas, ánforas, crecientes lunares y un extenso repertorio de animales salva­
        jes y míticos.
            Si se toma como referencia la escasez de moneda llegada de Tarquinia, se dedu­
        ce que la ceca de tal ciudad hubo de ser de importancia secundaria. Al parecer, según
        los expertos, a comienzos del siglo m a.C., apenas si tenía actividad.
            De tal enclave se conocen ases, sextantes, semises, quadrantes, además de uncias y
        semiuncias. Asimismo, en algunas tumbas han aparecido piezas de oes rude y de oes
        signatum, estas últimas con diversas y sencillas figuraciones.
           Los motivos iconográficos de las monedas tarquinienses se reducen en sus anversos
        a prótomos de jabalíes y de cameros, a delfines, arados, yugos, caduceos e insectos, y en
        sus reversos a puntas de lanza, bastones, anclas, yugos, crecientes lunares y también ca­
        duceos. Algunas series presentan idénticos motivos en ambas caras, compuestos de as­
        tros y arados, como puede verse en algunos ases y trientes que nos han llegado.
           Volterra, la antigua  Velatbri, fabricó sobre todo moneda fundida. A tal ceca se le
        han atribuido tres series: dos, que van del dupondio a la uncia, con anversos a base
        de testas juveniles bifrontes (tal vez aludan al dios Culsans o a la doble faz de Etruria,
        la de Tirreno y la de Tarconte), con tocado puntiagudo, y reversos con la leyenda del
        lugar en torno a los signos de valor (primera serie) y a la imagen de una clava de Hér­
        cules y los signos del valor (segunda serie); y una tercera, del dupondio al semis, tam­
        bién con testa bifronte en el anverso y delfín y leyenda Velathri en el reverso.
            Las monedas volterranas halladas  en algunas  de sus necrópolis y enclaves urba­
        nos circularon entre el 265 y el 190 a.C., aproximadamente, pasando a continuación
        a ser absorbidas por el numerario romano.
           Debe señalarse por su interés un ripostiglio de Volterra, hallado cerca de sus mura­
        llas en 1868. En el interior de una vasija se encontraron numerosas monedas de pla­
        ta de pequeño tamaño y anepígrafas. Por su tipología correspondían a ejemplares fo-
        censes de la mitad del siglo vi a.C.  (hipótesis de M.  Martelli).  Si esto fuera así, nos
        hallaríamos ante una de las primeras emisiones de monedas etruscas adscritas a una
        ciudad concreta, muy en contacto con el mundo griego y en particular con los focen-
        ses de Massalia. Otras monedas volterranas presentaban imágenes del Pegaso y de la
        Gorgona, siendo las primeras de doble peso que las segundas.
           Algunas monedas de oro, de las que se conocen muy pocos ejemplares, con la le­
        yenda Velzpapi o  Velsu, según los casos, han sido atribuidas a la ciudad de Volsinii. Se
        trata de pequeñas piezas de poco peso —entre 4 y 1,5 g— con cabezas femeninas y
        masculinas en el anverso y un toro o un perro corriendo en el reverso.


        Monedas etruscas sin leyenda de ceca

           Junto a las monedas de las cecas hasta aquí enumeradas, han llegado otras mu­
        chas de las que ignoramos su lugar de emisión por carecer de leyendas toponímicas
        que las identifiquen.
           Hay que comenzar por algunas monedas de plata de las que, aunque presentan
        diferentes leyendas (Peithesa,  Curt, Metí,  Vercnas),  se ignora, sin embargo, su lugar de
        emisión por no hacer referencia las mismas a ciudades concretas, sino con más pro­
        babilidad a los magistrados encargados de las emisiones. Una única moneda en bron­
        ce —una uncia—, con la leyenda  Tlam (o Xaru,  según la lectura de M.  Cristofani),
        no parece de origen etrusco.


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