Page 286 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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gran escultura griega, dio origen, sin embargo, a producciones de cierto «provincialis
mo», dado que el país, castigado por sucesivas derrotas militares, iba perdiendo su poder
creador. A finales del siglo rv a.C., la influencia del helenismo se impondría en las líneas
artísticas etruscas, originando una fase decadente (310-265 a.C.), con producciones, eso sí,
abundantes, pero de desigual calidad. Con la conquista romana el arte etrusco quedaría
reducido a escuelas muy concretas, pero carentes de personalidad autónoma.
La ARQUrTECTURA
Los etruscos fueron expertos arquitectos, como hemos tenido ocasión de señalar
en algunos epígrafes anteriores. Repitiendo afirmaciones ya dichas, sobresalieron en
la urbanística, planificando de modo adecuado, con reglas y ritos religiosos, sus ciu
dades, que dividieron en espacios cuadrangulares en torno a ejes norte-sur y este-oes
te (vías cardo y decumana), según han testimoniado las excavaciones de Marzabotto,
conjunto único en Italia por la regularidad de sus viviendas y disposición de sus ca
lles en damero, todo ello comentado con anterioridad.
Si el terreno no posibilitaba la planificación urbana, los arquitectos no tenían in
conveniente en adaptarse a las sinuosidades del mismo. Tarquinia, Caere o Volterra,
por citar unos pocos casos, no se ajustaron a los principios urbanísticos religiosos,
pero no hubo mayor inconveniente en situar allí núcleos urbanos.
También trazaron calzadas y caminos y construyeron puentes (la piedra se em
pleó en ellos sólo en la etapa helenística), lo que les posibilitó unas rápidas comuni
caciones. Asimismo, lograron realizar importantes obras de ingeniería hidráulica, gra
cias a las cuales pudieron captar aguas, así como desecar y sanear grandes zonas pan
tanosas. Llegaron incluso a regular las corrientes fluviales (Ponte Sodo en Veyes), las
lacustres (si se acepta como obra etrusca el canal emisario del lago Albano) y las cos
teras, conectadas éstas con cercanas lagunas interiores, tal como puede observarse en
la famosa obra de ingeniería conocida como Tagliata etrusca, abierta en el roquedo de
Cosa, enclave etrusco y luego colonia latina, no lejos de la actual Orbetello.
Aunque poco ha quedado de sus ciudades —construidas con materiales sencillos
(maderas, adobes y ladrillos)—, sí causan admiración las magníficas murallas de piedra
que las protegieron y las puertas abiertas en ellas con grandiosos arcos de medio punto,
coronadas, a veces, con un complejo ático, caso de la «Puerta de Augusto» de Perugia.
Son escasos también los restos de su arquitectura religiosa, sobre todo de época
arcaica, con templos de rasgos peculiares, descritos, como se dijo en páginas anterio
res, por el tratadista Vitrubio, consistentes en un alto podio sobre el que se levanta
ba la construcción sagrada. Entablamentos y frontón, sobre columnas de «orden tos-
cano», fueron, además, realzados con terracotas pintadas de vivos colores (placas,
antefijas, acróteras, bandas caladas, estatuas).
Las columnas de «orden toscano» quedaron definitivamente estructuradas y dise
ñadas a finales del siglo vi a.C. Habían derivado, de acuerdo con los restos arqueo
lógicos conocidos, de la columna dórica (Tomba della Cuccumella, Tomba delle Colonne
Doricbe de Caere), llegada aquélla a Etruria a través de Sicilia y de la Magna Grecia.
La columna y el capitel toscanos no fueron una creación original, sino totalmente
ecléctica, pero acabaron por dar personalidad a las construcciones etruscas.
Por su parte, la ornamentación con terracotas policromadas se tomó, antes del
año 600 a.C., de las ciudades griegas del Asia Menor. El espacio triangular de los
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