Page 291 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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sus conciudadanos (adlocutio),  como por lo común se cree, sino muy probablemente
        en el de oración o ruego, esto es, en el acto del silentium manufacere: brazo levantado
        que acompaña al silencio antes de efectuar la promesa o petición. Su dignidad queda
        también resaltada por el grueso anillo que lleva en el dedo anular de su mano derecha.
        No debe olvidarse que tal pieza, fundida en siete fragmentos, luego ensamblados, fue
        depositada como exvoto y que el texto de la inscripción (doce palabras distribuidas en
        tres líneas) evoca una ofrenda a la divinidad o numen Tece Saní Sin lugar a dudas, esta
        pieza de producción aretina señala el momento exacto en que la escultura etrusca lle­
        gó a fundirse con los parámetros de lo que sería la gran plástica romana.



        e)  Bruto Capitolino

           Otro bronce de gran calidad es el de una cabeza-retrato conocida como Bruto Ca­
       pitolino (32 cm de altura; 69 cm con el busto moderno), joya hoy del Palazzo dei Con­
        servatori de Roma. La cabeza representa a un hombre maduro, de rasgos muy acusa­
        dos y personalísimos: pequeños ojos con arcadas supraciliares prominentes, nariz agui­
        leña, labios sutiles y cerrados, arrugas acentuadas. Sus cabellos plásticamente son poco
        pronunciados, pues se adhieren a la cabeza de modo natural, si bien resaltan una inci­
        piente calvicie frontal. Dada la ligera torsión del cuello, se ha supuesto que debía ser
        contemplada desde abajo, por lo que hubo de pertenecer a una estatua ecuestre, hoy
        perdida. No existe ningún fondamento histórico para identificar esta cabeza con Lucio
        Juno Bruto, el fundador de la República romana, y sí muchas teorías acerca del taller
        en que fue fundida. Se han propuesto diferentes cronologías (W. H. Gross, M. Torelli,
        F.  Rebecchi), siendo la más factible la de la primera mitad del siglo m a.C., época en la
        que todavía no se había introducido en Roma la moda del rostro afeitado.



        f)  Hombre recostado

           Asimismo,  otro significativo bronce,  que venía a ser la culminación de las ur­
        nas antropomorfas, lo constituye una urna cineraria, en cuya tapa (42 cm de altu­
        ra x 69,50 cm de longitud) se figura a un hombre recostado en actitud de banquetear,
        desnudo en su parte superior y con torques y un brazalete como adorno y diadema
        en la cabeza. Hallada en Perugia, em 1843, hoy se atesora en el Museo del Ermitage
        de San Petersburgo. La diadema y la bulla de oro, así como la lastra broncínea con la
        figura de una esfinge que ornamentaron esta magnífica obra pertenecen, sin embar­
        go, al Museo del Louvre. La plasticidad de este bronce, fechable en el siglo iv a.C.,
        hace del mismo un ejemplar de honda expresividad, a pesar de las evidentes conce­
        siones a la forzada anatomía del hombre recostado.  Constituye, en verdad, un unicum,
        que imitaba los ejemplares en piedra documentados en Chiusi.



        g)  El hoplita de Falterona

           De las restantes figuras en bronce, muy numerosas y que respondieron plástica­
        mente a diferentes escuelas locales, podemos reseñar, como síntesis, las halladas en el
        depósito votivo del monte Falterona, en los Apeninos, al norte de Arezzo. Sobresa­

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