Page 302 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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toro de Creta; y 4) otra escena, también del mismo héroe, pero con la temática del
        león de Nemea. Ambos registros se figuran dentro de un contexto de guerreros a pie,
        a caballo —tanto alados como no— y en carro.



        h)  Otras lastras de interés

           Además de las lastras de los palacios de Murlo y Acquarossa, que se acaban de co­
        mentar, también se han localizado otras, asimismo de gran interés, en otros enclaves,
        caso de Tuscania (con ejemplares de las mismas hoy en Múnich y París), que figuran
        la partida o marcha de un guerrero sobre una biga, precedido de otros dos guerreros
        y un personaje  portador de  un  lituus,  símbolo  del  poder,  con  arqueros  y hoplitas
        montados, con jinetes al galope o llevando lanza.
           Estos mismos argumentos, si bien el princeps ahora representado va sobre una tri­
        ga tirada por caballos alados, se repiten en otra lastra hallada en Colombella di Prae­
        neste (hoy en el Museo de Preneste) o en las de Poggio Buco, con jinetes y un desfi­
        le sobre carro.
           De Velletri provienen también  diferentes  lastras  con relieves  (hoy en el Museo
        Nazionale de Ñapóles) similares a los de las regiae de Murlo y Acquarossa, que com­
        prenden, según M. Menichetti, los siguientes argumentos: escenas de banquete, pro­
        cesiones con bigas —arrastradas por caballos alados— y con trigas, carreras de caba­
        llos, incluso en doble fila, y una escena de reunión al modo de una theon agora, en la
        que Heracles hace su ingreso. Finalmente, señalemos que también algunas lastras lo­
        calizadas en el templo de Sant’Omobono en Roma, pertenecientes a la segunda fase
        de tal edificio, presentan temáticas análogas (A. Sommella Mura).
           Importantes estudios de Ch. Chateigner, M. Torelli y M. Menichetti analizan los
        relieves de las lastras que en todos los casos reflejaban la perspectiva del poder, pero
        realzando, ante todo, la virtus guerrera y el reditus triunfal de los principes etruscos jun­
        to a diversos componentes mitológicos.




        E s c u l t u r a  e n  p ie d r a

           Las más antiguas esculturas etruscas de carácter funerario en piedra, con claras in­
        fluencias sirio-hititas (G. Colonna y F. W. von Hase), son las dos de tamaño natural, fe-
        chables a comienzos del siglo vil a.C., halladas en la  Tomba delle Statue,  en Ceri —no
        confundirla con su cercana Caere (Caere vetus)—-, sin duda símbolo protector de la gens
        titular de la tumba, ejemplares a los que ya se aludió en páginas anteriores. A ellas —y
        también del siglo vil a.C.— les siguen los ejemplares, hoy fragmentados, del  Tumulo
        della Pietrera de Vetulonia, que se colocaron junto a los cinco lechos funerarios allí exis­
        tentes. Se trataba de diez esculturas, cinco masculinas y otras tantas femeninas, de gran
        tamaño (1,70 m de altura las masculinas y 1,10 m las femeninas), aparentemente fron­
        tales (excepto la de una pareja), de cuerpo plano —la parte posterior sin esculpir—
        y cabezas de bulto redondo. Su técnica e iconografía recordaban las figuraciones exis­
        tentes en las plaquitas de marfil o de bucchero. Se ha pensado que quizá las estatuas fe­
        meninas —todas vestidas— representarían a diosas de la muerte (¿tal vez a Vanth?) y las
        masculinas, cubiertas con unos simples perizomas, a los propios difuntos. La última teo­

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