Page 413 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
P. 413

la existencia o no de posibles parásitos, tuberculosis intestinal, abscesos, cicatrices o
         adherencias.
            A partir del  examen  de  todos  aquellos  componentes  y de  su  adecuada  evalua­
         ción, de acuerdo con ancestrales saberes, el arúspice emitía sus presagios favorables o
         desfavorables.  En  el  supuesto  de  que  tales  exámenes  no  dieran  ninguna  respuesta
         (muta exta o «visceras mudas»), se procedía a analizarlos de nuevo o bien a arriesgar­
         se a actuar o emprender algo sin tener en cuenta «los avisos» de los dioses.
            Junto a este tipo de examen (hostiae consultatoriae), mediante el cual se conocía
         el tipo de presagio, también se practicó otro tipo de sacrificio particular (hostiae ani­
         males),  de carácter soteriológico, en virtud del cual se identificaba la sangre de los
         animales inmolados con el alma humana.  La ofrenda de tal sangre permitía obte­
         ner la inmortalidad a la persona en cuyo favor se hubiese realizado el sacrificio, es
         decir, se convertía en un dios a partir de un anima,  de un alma proveniente de un
         animal sacrificado, por lo común una cabra. Se está muy mal informado del ritual
         de las hostiae animales, pero su práctica posibilitaba que la sangre  del animal (esto
         es,  su anima),  ofrecida a los dioses del Infierno, reemplazase a la del difunto. Así,
         el alma de éste escapaba a la muerte y accedía a la divinización bajo la forma de un
         dios, «formado» a partir —como se ha dicho— de un alma (D. Briquel). Nos halla­
         mos así ante una religión de salvación, soteriológica, cuya efectividad no dependía
         de las personas en particular, sino del cumplimiento de determinados ritos por par­
         te  de  sus familiares.  Como ha señalado muy bien  S.  Montero, la religión  etrusca
         «tampoco  era  una  doctrina moral  que  pusiese  su  acento  en los  conceptos  de  re­
         compensa o de castigo por la actitud que el difunto hubiera adoptado en vida. La
         concepción etrusca era una simple cuestión de ritos. Para asegurar la supervivencia
         de las almas de los difuntos era suficiente proceder a la realización de ciertos sacri­
         ficios.  La finalidad de este rito  de ofrenda [hostiae animales] era,  como precisa Ar­
         nobio, hacer que las almas devinieran divinas y fueran liberadas  de las leyes  de la
         mortalidad».
            Tales prácticas rituales fueron recordadas, entre otros, por Publio Nigidio Figu­
         lo, en el siglo i a.C., para quien existían cuatro tipos de dioses Penates etruscos —el cuar­
         to era el de los «hombres mortales», divinizados gracias a las animae de las víctimas
         animales—; por Cornelio Labeo, en el siglo m, que dejó escrita una obra sobre tal
         asunto (De diis animalibus), y por otros autores un poco más tardíos: Arnobio (Adv.
         Nat., II, 62; III, 40), Servio (Ad Aen., IV, 56) y Macrobio (Saturnalia, III, 5).


         Anunte intenoga a los dioses

            Debemos a R. Bloch unos interesantes párrafos conectados con el interrogatorio
         a los dioses que efectuó el arúspice Arrunte, según puede leerse en la Farsalia de Lu­
         cano (I, 610-638).
            Gracias a tal narración podemos revivir la atmósfera dramática de una consulta
         aruspicial,  cuando  los  dioses  eran  adversos.  La consulta  en  cuestión fue  efectuada
         con vistas a conjurar y comprender los presagios funestos que se habían multiplica­
         do en Roma con ocasión de los prolegómenos de la Guerra civil (luchas entre César
         y Pompeyo),  de  inminente  estallido, y que  iban  ensangrentando,  poco  a poco,  el
         mundo romano. En consecuencia, el senado de Roma solicitó el concurso del arús­
         pice etrusco más anciano a fin de que esclareciera lo que se avecinaba.


                                                                             419
   408   409   410   411   412   413   414   415   416   417   418