Page 113 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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que  acompañaban  al  héroe prenestino  (Aen.,  7.678-690):  se trata  de
       una banda de pastores, lego agrestis, armados de hondas y dardos, cu­
       biertos con una piel de lobo y con la peculiaridad de llevar el pie iz­
       quierdo descalzo. Todos estos elementos no hacen sino recalcar el ca­
       rácter  iniciático  del  grupo,  que  se  constituye  como  una  auténtica
       «Mánnerbünd», según señala con total acierto G. Binder.
          Al frente de esta banda de pastores, ladrones de ganado y gente
       marginal, Caeculo fúnda la ciudad de Praeneste. El paralelismo con
       Rómulo es pues evidente, pero todavía podemos suponer que va más
       allá. Uno de los episodios más célebres de la Roma recién fondada fue
       el rapto de las sabinas, provocado por la necesidad ineludible de conse­
       guir un elemento femenino del que por su propia definición carecía el
       grupo que seguía a Rómulo. Algo similar debió sucederle a Caeculo,
       pues, al igual que Rómulo, el héroe prenestino también atrajo a las gen­
       tes vecinas con la excusa de una celebración lúdico-religiosa, de la que
       se obtuvo como resultado la población necesaria para asegurar la conti­
       nuidad de la novísima ciudad.
          Relación con los dioses del foego, exposición, crianza y educación
       entre pastores, jefe de una «Mánnerbünd», actividad dirigida al latro­
       cinio, fundador de una ciudad  con elementos socialmente margina­
       dos, carencia de elemento femenino y convocatoria a las gentes de los
       alrededores, son elementos que se repiten en las respectivas leyendas
       de Rómulo y de  Caeculo. Ahora bien,  ¿es todo  ello  suficiente para
       concluir que la gesta de Caeculo se modeló a partir de la de Rómulo
       (y también de la de Servio Tulio, como veremos en páginas sucesivas)?
       Así ha sido defendido en numerosas ocasiones, alegando que se trata de
       una tradición posterior a la incorporación de Praeneste al dominio ro­
       mano.  Pero  es  necesario reconocer que tal opinión carece  de funda­
       mentos. Ante todo no hay por qué conceder a Roma el exclusivismo de
       sus tradiciones, pues ésta se encuentra inmersa en un ámbito cultural, el
       del Lacio, que sobrepasa su limitado horizonte ciudadano. Ciertamen­
       te Praeneste se vio sometida al dominio político de Roma, pero esto no
       quiere decir que también se doblegase en el mito, que renunciase a sus
      propias tradiciones para acoger servilmente la de su conquistadora: pre­
       cisamente  estas  tradiciones  sobre  los  orígenes  constituye  siempre  un
       motivo de exaltación local y por tanto el último reducto de la libertad
       ciudadana. En consecuencia es más fácil pensar que no se trata de deri­
      vaciones  sino  de  coincidencias,  que  las  leyendas  de  Rómulo  y  de
       Caeculo son completamente independientes en su origen y contempo­
      ráneas en su formación, y que tanto una como otra toman elementos
       del fondo tradicional latino, común a todos. Al igual que Roma, Prae-

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