Page 221 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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sofo platónico, pero en cualquier caso sirven para mostrar el carácter
expansivo de los preceptos admitidos con entusiasmo por Luciano.
¿Qué es lo que fascinó a Luciano y lo que pretende que conven
ció a ese interlocutor anónimo que nos presenta en su obra? Lo que
Nigrino propugnaba era austeridad (penía), que se asociaba con liber
tad (eleutheria), franqueza (parrhesíá) y verdad (alétheid) (14,15). Pero es
tas virtudes no son concebidas en abstracto, sino que tenían, por así
decirlo, su patria:
El comienzo de sus palabras fue un elogio de la Hélade y de los
hombres de Atenas, porque se han nutrido de filosofía y pobreza...
(11).
Luciano atribuyéndoselo a Nigrino otorga a la virtud una cuna,
un lugar de referencia: Atenas, ciudad en la que las virtudes defendi
das por Nigrino alcanzan un significado cívico. Por este motivo el gé
nero de vida que se llevaba en esta ciudad es descrito como una autén
tica escuela, que inducía a todos los extranjeros que vivían en ella y no
seguían inicialmente su tónica a acomodarse a la práctica vital de los
atenienses y abandonar la ostentación y la vida licenciosa para asimi
larse a una sobriedad acorde con la naturaleza, que despreciaba las ri
quezas y permitía vivir filosóficamente (13,14).
Pero las prácticas éticas defendidas por Nigrino, que tienen una
formulación positiva y un ámbito natural de desarrollo en la ciudad
de Atenas, tienen su propia Babilonia, un contrapunto descrito con
los rasgos más sombríos:
[...] quien ama la riqueza, es seducido por el oro y mide la felicidad
por la púrpura y el poder sin probar la libertad (ágeustos ... eleuthe
rias), o conocer la expresión sin trabas (apeíratos... parrhesías), o con
templar la verdad (athéatos ... aktheías), y se alimenta sin cesar de
adulación y servilismo (kolakeía ta pánta kai douleía siíntrophos); o
quien ha entregado su alma entera al placer y ha resuelto servir sólo
a éste, amante de la gastronomía refinada, amante de la bebida y los
placeres sexuales, saciado de trapacería, engaño y falsedad; o quien
goza oyendo tañidos, canturreos y coplas de afeminados..., a hom
bres así, decía, cuadra la vida de Roma. (15. Trad. A. Espinosa.)
Así pues, de la misma forma que Atenas es patria de todas las vir
tudes y escuela de perfección, en las calles y plazas de Roma encuen
tran su natural acomodo toda suerte de vicios y pecados que entran
por los amplios caminos roturados por los placeres: el adulterio, la
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