Page 224 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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para la ciudad de Roma7. Para el poeta las virtudes ancestrales que ha­
        bían hecho grande a la capital del Imperio habían desaparecido y en
         su tiempo y desde su punto de mira Roma ofrecía una lamentable im­
        presión de decrepitud moral. La riqueza mal utilizada, el interés des­
        medido por adquirirla, la lujuria, que engendraba todo tipo de perver­
        siones grotescas, el derroche, la arbitrariedad de la fortuna, la degrada­
         ción de las grandes familias es parte del cuadro abigarrado y, al mismo
        tiempo, lamentable con el que también Juvenal pintaba a Roma. Pero
         es sobre todo la riqueza y la prosperidad mal asimilada la que compa­
        rece como responsable de un género de vida muelle que provoca la
        degradación física y moral.  Es  el viejo tema-argumento  de la tiyphé,
        con no pocos textos paralelos en autores de época imperial —Ps. Lon­
        gino  (Subí, XLIV 7-12) y Filón (Quod omnis probus,  62-74)—,  al que
        también recurre Juvenal para explicar la decadencia de las costumbres
        de Roma:

                   ¿Preguntas de dónde vienen, pues, estas monstruosidades, o de
                qué fuentes? Una fortuna modesta preservaba castas en otro tiempo
                a las mujeres latinas, y las casas pequeñas, el trabajo, los sueños bre­
                ves, sus manos ásperas y maltratadas por los vellones toscanos, Aní­
                bal, que estaba cerca de la ciudad, y sus maridos, que vigilaban en
                la torre  Colina,  evitaban que fuesen contaminados  por los vicios.
                Ahora  sufrimos los males  de una paz prolongada;  la lujuria,  más
                cruel que las armas, se ha abatido sobre nosotros y es vengadora del
                orbe vencido. Ningún crimen está ausente ni maldad sensual algu­
                na, desde que la pobreza romana murió. Desde entonces han flui­
                do a estas colinas, Síbaris, desde entonces han fluido Rodas y Mile­
                to, y Tarento la coronada, impúdica y borracha. El dinero perverso
                fue el primero que introdujo costumbres extranjeras, y las muelles
                riquezas quebrantaron con el lujo desvergonzado nuestras costum­
                bres seculares. (VI286-300. Trad. R. Heredia.)
            La escasez de recursos,  la necesidad  del  trabajo  en  el  campo,  la
        proximidad  de  la  guerra  fueron  la  fuente  de  la virtud  romana,  de
        la misma forma que la paz y la riqueza fueron los caminos por donde


           7   La comparación entre la sátira III y V de Juvenal y Nigrinus, de mercede conductis y
        nekyomantia llevó a diversos autores a considerar que Luciano había utilizado a Juvenal
        y en algunas cuestiones le había respondido  [cfr. R. Helm, Ludan undMenipp Leipzig,
        1906, 218-222; J. Mesk, «Lucians Nigrinus und Juvenal»,  WS, 34 (1912), 373-382 y 35
        (1913),  1-32]. Sin embargo, no es necesario pensar en una dependencia y en cualquier
        caso ésta es inverificable (cfr. A. Hartmann, «Lucían und Juvenal», Juvenes dum sumus
        Basilea, 1907, 18-26; Bompaire, 504 y ss.).

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