Page 227 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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natenaico de Elio Aristides, en donde se recogían sus leyendas e histo­
       ria para referirse a ellas como un crisol, en el que hubiera fraguado el
       modélico carácter de la ciudad, un paradigma no sólo para los griegos,
       que debían ceder en sus competiciones ante la notoria superioridad
       ateniense, sino auténtico antídoron para los romanos, cuyo orden po­
       lítico encomiado en el discurso A  Roma recibía de esta manera un jus­
       to complemento cultural y ético, que procedía de los helenos10. Lucia­
       no, sin embargo, en esta obra no alude a ninguna de las aportaciones
       romanas que algunos griegos de la época —Elio Aristides de una for­
       ma especialmente pomposa— habían considerado positivas, más bien
       al contrario, pues comentaba por boca de Nigrino una larga relación
       de degradaciones morales que se producían en Roma y que aparecían
       encarnadas en ciertos personajes, que deberían ser educados en virtud
       cuando visitaran Atenas11. El contraste entre las dos formas de moral
      y de vida era también la confrontación entre estas dos ciudades que te­
      nían un valor representativo evidente: Atenas era la Hélade y Roma se
       representaba a sí misma con su Imperio, las riquezas y la arrogancia y
       dependencias que generaban el poder y los beneficios que de él se ob­
       tenían. Es, pues, la polaridad entre Atenas y Roma —y no la exclusi­
      va crítica moral de la capital del Imperio con una larga e importante
       tradición incluso entre los propios autores romanos— lo que permite
       que se pueda hablar de un carácter antirromano de la Filosofia de Ni­
      grino.  El elogio  de  Nigrino por su pobreza,  desinterés y honestidad
       pretende ser un elogio de la sobria dignidad helena frente al poder,
       desmesura y arrogancia romanos que generan toda suerte de degrada­
       ciones y corruptelas. Que esta obra se pueda considerar crítica con res­
      pecto a los valores que se estaban propagando desde el poder y la ri­
       queza de Roma no significa, sin embargo, que Luciano mantuviera tal
      posición a lo largo de toda su vida, ni en todas sus obras, ni mucho
      menos que predicara un movimiento insurgente antirromano12. La ca­


         10  Cfr. F. Gaseó, «Modelos del pasado entre los griegos del siglo II d.C.: el ejemplo
       de Atenas», Polis, 5 (1993), 139-149.
         11  La comparación del Nigrino de Luciano con el A  Roma de Aristides y en general
      la comparación de la actitud de los dos autores con respecto a Roma se ha hecho des­
       de antiguo, cfr. Bompaire, 502 n. 3; J. Palm, Roma, Romertum tm dImperium in dergrie-
       chischen Literatur der Kaiserzeit (Lund, 1959), 44 y s.
         12  Entiendo  que  entre la posición  extrema  de  Peretti  [cfr.  la reseña  que  le  hizo
      A. Momigliano, RSI, 60 (1948) 430-432 =  Quarto contributo aÜA storia degli studi classici
       e del mondo antico, Roma,  1969, 641-644], que atribuye un valor excesivo a este docu­
      mento, y la de los autores que no atribuyen valor político alguno a esta obra —las crí­
      ticas  de  Luciano  sólo  tendrían  un  alcance  moral,  cfr.  M.  Dubuisson,  «Lucien  et

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