Page 232 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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de este momento fue cuando decidieron, según se nos dice, establecer
        un manteion y un chresterion, es decir, un lugar en el que se practicaría
        la adivinación y se emitirían oráculos. La localidad seleccionada fue
        Abonutico27, de donde procedía Alejandro, y la divinidad bajo cuya
        advocación se puso el templo fue Asclepio, que se mostró en los ci­
        mientos del santuario que se estaba construyendo bajo la forma de una
        serpiente, según se encargó de sugerir y propalar su nuevo profeta28. As­
        clepio  fue  sin  duda  una  excelente  elección29  —la  alternativa  quizás
        sólo hubiera podido ser Apolo y de hecho se sugiere su influencia y pa­
        trocinio  (13-14),  probablemente  derivado  de  la notoriedad  de  los
        oráculos en Asia Menor que se encontraban bajo su advocación. Era
        una divinidad que gozaba de una enorme popularidad en la época; bas­
        te recordar el prestigio del Asclepion de Pérgamo, el significativo caso
        de Elio Aristides o la onomástica por toda Asia Menor, por mencionar
        algunos ejemplos significativos, para que se haga evidente la devoción
        que existía hacia este dios que curaba, pero que también socorría y con­
        fortaba y ofrecía orientación para el futuro a los hombres que recurrían
        a él30. La numismática recoge esta tendencia y aprecio con la inclusión
        de la imagen de Asclepio en tipos de monedas que se repiten con fre­
        cuencia y que también se emiten en Abonutico31.  Otro monumento
        levantado por los  devotos  del dios  es  el Asclepion de Pérgamo,  que
        está lleno de inscripciones de devotos agradecidos a la intercesión de
        esta solícita divinidad. No era, por tanto, como pretende Luciano, una
        burda estrategia para engañar a los infelices paflagonios32, que se deja-

          27  Algunas notas sobre la ciudad y allí más referencias en L. Robert, 395.
          28  Caster, Etudes, 25 y ss.; R. Lane Fox en 245, donde da cuenta de lo habitual que
        era la difusión de este tipo de leyendas en torno a Asclepio y las fundaciones de los tem­
        plos bajo su advocación.
          29  Sobre la devoción a Asclepio en Abonutico —y en otras ciudades del mar Ne­
        gro— previa a la implantación del oráculo, cfr. R. Lane Fox, 244 y s. De manera más
        general para la creciente devoción a esta divinidad en época helenística y romana véase
        E. J. y L. Edelstein, Asclepius. A  Collection and Interpretation o f the Testimonies II (Baltimo­
        re, 1945), 250-255.
          30  Cfr. la introducción a Elio Aristides, Discursos I (BCG 106) (Madrid,  1987), en
        donde se encontrarán otras referencias y bibliografía relacionadas con las devociones de
        la época hacia esta divinidad.
          31  En tiempos de Antonino Pío, con una imagen del emperador laureado y miran­
        do hacia la derecha en el anverso y en el reverso con una imagen de Asclepio semides-
        nudo y con un bastón en el que se enrosca una serpiente, frente al dios médico está Hi-
        gea que tiene una serpiente en la mano derecha, que bebe de una copa que sostiene en
        la izquierda. Cfr. Babelon, 9 y s., 12.
          32  Sobre la reputación de rústicos —y otros rasgos— de los paflagonios cfr. Caster,
        Études, 17-19.

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