Page 237 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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numinoso, cuando en La asamblea de los dioses45 cargado de sarcasmos
       pasa revista a las divinidades orientales, que se habían filtrado más allá
       de lo razonable entre los  olímpicos, y a ciertas tendencias religiosas
       del momento tales como la proliferación de personificaciones de en­
       tidades abstractas o la mezcla de atributos de las divinidades tradicio­
       nales, cuando Luciano está identificando y criticando esta serie de ras­
       gos de la religiosidad de su tiempo hechos carne y convertidos en rea­
       lidad por obra de ciertos personajes, se está quedando al margen de lo
       que son las  tendencias y sensibilidades de  su  época.  Sus  antihéroes
      Alejandro, Peregrino, el filósofo Arígnoto —o cualquiera otro de en­
       tre los filósofos que aparecen en El aficionado a las mentiras— y aque­
       llo  por lo  que  entiende  que pueden ser vituperados  encarnaban  las
       sensibilidades que tenían porvenir, mientras Luciano se muestra como
       un agudo y mordaz crítico que no soportaba con paciencia los cam­
       bios de los que él fue testigo en su tiempo.
          Por esto  es interesante  destacar la distancia que media entre  los
      modelos de Luciano y los que se van a ir imponiendo poco más ade­
      lante a comienzos del siglo m.  Quizás el más representativo de ellos
       sea Apolonio de Tiana. La sobriedad de comportamientos de Nigrino
      no tiene nada que ver con el despliegue de Apolonio, con sus viajes,
      milagros y fervientes discípulos, mucho menos con el culto que se or­
      ganiza en torno a él tras su muerte. De igual manera no aparecen los
      aspectos religiosos en Nigrino como elementos que configuren trazos
      fundamentales de su figura, ni lo fueron tampoco de otra figura esti­
      mada por Luciano como fue Demonacte46, que no soportaba a magos
      (Dem,, 23) y adivinos  (Dem.,  37) y que mantenía con respecto  a los
      misterios una actitud  distante y crítica (Dem.,  11,  34).  Sin embargo,
      son precisamente los elementos religiosos de Apolonio, la influencia
      que tiene sobre el mundo sobrenatural y la intervención de éste en los
      asuntos de los hombres los que le dan una impronta particular a este
      personaje. Y aún más, son estos aspectos los que le hicieron atractivo,
      hasta el punto de que Hierocles pudiera presentarlo como una alter­
      nativa a Cristo. Ciertamente la contenida sobriedad del modelo lucia-



         45  Zeus trapeo un buen número de paralelos con esta obra y en varios pasajes se re­
      fiere a la intromisión de dioses extranjeros (8 y ss.).
         46  Sobre el singular elogio a este cínico, frente a las frecuentes críticas que se pue­
      den encontrar en Luciano contra los cínicos de su tiempo, cfr. A. Brancacci, «Cinismo
      e predicazione popolare» en G. Cambiano, L. Canfora, D.  Lanza (eds.), Lo spazio ktte-
      rario deüa Grecia Antica.  Vol. I. La produzione e la circolazione del testo.  Tomo III. I Greci e
      Roma (Roma,  1994), 451-455.

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