Page 231 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
P. 231
nanciados generosamente por los miembros de las aristocracias de las
diversas ciudades griegas eran convocatorias multitudinarias a las que
se invitaba a las ciudades amigas y que servían de ocasión para la or
ganización de mercados y transacciones de todo tipo25. Eran también
oportunidades óptimas para los que tenían habilidades literarias. És
tos participaban en los concursos literarios, vendían sus obras y se ha
cían oír por unos y otros. Dión de Prusa ofrece una buena descripción
de este ambiente:
Pero la gente acude también a los festivales. Unos van en plan
de visita para ver los espectáculos y las competiciones. De ellos, los
más aficionados pasan el tiempo sin hacer otra cosa desde que ama
nece. Muchos llevan mercancías de todas clases...: son los que for
man la turba mercantil. Algunos van a exhibir sus artes y sus ofi
cios; otros, para hacer una demostración de su sabiduría. Muchos
declaman poemas de las tragedias y de las epopeyas; y muchos tam
bién composiciones en prosa. Con todo ello molestan al que llega
en plan de descanso y con intención de relajarse. (XXVII5 y s. Trad.
G. del Cerro.)
En este variopinto mundo de feriantes y en compañía de alguien
todavía peor que él es donde, según Luciano, consolidó sus malas dis
posiciones embaucando a gente del pueblo por medio de la práctica
de la hechicería y la magia (6). Sugiere el sofista al lector que se imagi
ne una pareja itinerante que se presentaría en las fiestas de las ciuda
des griegas en calidad de expertos en algunos de esos sistemas a los
que se refiere Artemidoro y que servían para conocer el futuro y en ge
neral para encontrar orientación en la vida. Estaban los fisiognomis-
tas, los que echaban los dados, los que utilizaban el queso o la criba
para lo mismo, los morfóscopos, los quirománticos, los que utiliza
ban recipientes y los que consultaban a los muertos (Artemidoro, In-
terpr., II65). Fue por entonces cuando encontraron y se unieron a una
vieja macedonia, todavía sedienta de amor —un rasgo que el de Sa
mosata no duda en agregar para terminar de componer la imagen la
mentable de este particular ménage-a-troisu—, de quien se aprovecha
ron en un viaje que hicieron desde Bitinia a Macedonia (6). A partir
25 Un ejemplo de este tipo de fiestas —con mercados, certámenes literarios...— lo
documenta cumplidamente la inscripción de Demóstenes de Enoanda bien estudiada
y comentada en estos aspectos por M. Worrle, StadtundFestimkaiserzeitlichenKkinasien.
Studienzu einer agonistischen Stiftungaus Oinoanda (Munich, 1988).
26 Caster, Études, 14 y s.
239