Page 223 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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los  excesos ascéticos  de otros  que maltrataban el cuerpo sin tino  ni
       mesura (27,28)4, Igual distancia y disposición crítica mantenía con res­
       pecto  a las  diversiones  comunes  en la ciudad  —teatro,  hipódromo,
       banquetes (29, 31, 32)— o con respecto a ciertas prácticas sociales re­
       lacionadas con los enterramientos, testamentos, asistencia a baños y
       en general cualquier desmesura o extravagancia que procediera de un
       uso insolente de la riqueza o de la ansiedad por adquirirla (30,31,34).
          Luciano presenta, pues, la para él fascinante opción filosófica del
       desconocido Nigrino con los rasgos de una doctrina portadora de una
       ética estricta fundada en el desprecio de los valores de la riqueza y el
      poder, así como en el rechazo de las prácticas sociales que se derivan
       de ambos y engendran vanidades, asimetrías clientelares y un conjun­
       to de formas de vida que en su opinión no provocan sino vicio y co­
      rrupción. No se trata de unos preceptos nuevos; por el contrario, tie­
       nen mucho que ver con no pocos aspectos de la moral propugnada
      por los cínicos, que se orientaba tanto a defender principios de com­
      portamiento tales como la austeridad, la indiferencia con respecto a la
      riqueza o al poder y la libertad de palabra, como a poner en evidencia
      y criticar prácticas sociales que se estimaban no sólo contrarias a su éti­
       ca,  sino  también  absurdas  en  sí mismas —como ya es  sabido,  otra
       cosa es que los cínicos se atuvieran a lo que predicaban y Luciano pre­
      cisamente se quiso mostrar crítico en diversas obras ante esta falta de
      coherencia5.
          Tampoco es nueva la descripción de Roma como una ciudad en la
       que prevalecía la vanidad y el vicio y pululaba una multitud que en su
      mayoría ■—de esta mayoría habría que restar a los ascetas, que mencio­
      na en algún pasaje (27, 28)— no tenía otra cosa mejor que hacer que
      pasárselo lo mejor posible, sobrevivir, obtener las migajas que caían de
      las mesas de los más ricos y, en el caso de los ricos, resaltar los signos
      de su prosperidad y concederse todos los placeres y satisfacciones que
      sus recursos les permitieran.
          La sombría imagen moral trazada por Luciano no era nueva. Juve­
      nal en sus Sátiras, por recordar el autor latino con el que más se ha
      comparado  la Filosofia de Nigrino6,  expuso  características  semejantes


         4  Cfr. Peregr., 17.
         5  En El pescador, Los fugitivos, Subasta de vidas... Cfr. M. Caster, Luden etlapensée reli-
      gieuse de son temps (París, 1937), 68-84 (en los dos primeros capítulos de la obra —9-122—
      pasa revista a las referencias de Luciano a las distintas escuelas filosóficas). La tipología
      de los pseudofilósofos en Luciano la sintetiza Bompaire en 485 y ss.
         6  También se han encontrado semejanzas con Horacio, Petronio, Marcial y Persio,
      cfr. Bompaire, 506-509.

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