Page 261 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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diana estatura, pelo descuidado, cara cubierta por una barba erizada y
      puntiaguda, ojos brillantes como expresión de su inquietud interna,
      cejas bien marcadas, nariz totalmente recta, boca un poco grande, la­
      bio  inferior caído, nuca espesa y redondeada,  espaldas  fuertes y an­
      chas...8.
         A manera de elogio funebre destaca Ammiano una serie de virtu­
      des y defectos de Juliano, partiendo del hecho de que, debido al es­
      plendor de sus hazañas y grandeza innata, merece ser considerado en
      el grupo de los personajes heroicos9. Sobresalen, en primer término,
      las virtudes cardinales arraigadas en él, así como otras de carácter ex­
      terno, como la experiencia militar, el prestigio personal y la generosi­
      dad, sin olvidar su castidad y templanza, que se verían favorecidas por
      su sobriedad en la comida y el sueño, de lo que hacía gala tanto en
      tiempos de guerra como de paz10.
         Tales virtudes realzaban su figura en el transcurso de las distintas
      expediciones militares, momentos en los que destacaban aún más su
      prudencia, su valor, su entrega a los asuntos jurídicos y a la corrección
      de las costumbres... Esta forma de pensar y de actuar se concretaba en
      el desprecio de las riquezas, proclamando que para un sabio era ver­
      gonzoso obtener beneficios de su propio cuerpo11.
         Esta descripción de las virtudes imperiales se completa con nume­
      rosos rasgos que ilustran su sentido de ia justicia, como el hecho de sa­
      ber hacerse temer sin ser cruel, o el castigo de los vicios mediante con­
      denas ejemplares12.
          Sin duda en el cúmulo de conocimientos que poseía acerca de los
      asuntos militares encontramos lo más sobresaliente de la personalidad
      de Juliano:  asedios de fortalezas y ciudades, disposición de combate


         8  En este sentido, tal vez implicando algún simbolismo, se destaca la estatura me­
      dia de dicho emperador frente a la pequeñez de Constancio (Amm. Marc.  16.10.10) y
      el gigantismo de Joviano (Amm. Marc. 25.20.14).
         9  Para mayor detalle remitimos a H. Gartner, «Einige Überlegungen zur kaiserzeit-
      lichen Panegyrik und zu Ammians Characteristik des Kaisers Julians», Akad. der Wissen-
      schaflen und der Literatur in Mainz, Abhandlungen der Geistes- und Sozidwissenschaftlichen
      Kl.,  10 (1968), 499 y ss.
         10  Amm. Marc. 25.4.4. El historiador incide sobre estos aspectos en otros pasajes de
      su obra (16.5.3; 21.9.2; 22.4.9 y 25.2.2), al igual que Libanio {Or,, 18.175), Gregorio Na-
      cianceno (Or. 4.71) o el propio Juliano (Misopogon, 339b y 340b).
         11  Amm. Marc. 25.4.7. Cfr. N. Santos, «Juliano y Teodosio: ¿la antítesis de dos em­
      peradores?», M H A, 15-16 (1994-1995).
         12  Los rigores de este comportamiento se aplicarían especialmente en el caso de los
      soldados, como se observa en el desarrollo de la expedición llevada a cabo contra los
      persas (Amm. Marc. 24.1.10 y 25.1.8).

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