Page 265 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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no extraño hasta cierto punto, pues no le resulta familiar al historia­
       dor, y de ahí las referencias inconcretas a algunas ceremonias de sus
      practicantes...30.
          Por ello, aun demostrando una cierta aprobación moral con res­
      pecto al cristianismo, es calificado como una religión clara y simple
      (absoluta et simplex),  quizás  con  el fin  de  oponerla  al  arrianismo  de
      Constancio II. En ese contexto se entienden sus conocimientos acer­
      ca de los obispos de Roma, aportando como ejemplo excepcional el
      conflicto sangriento entre Dámaso y Ursino31.
          Reconoce  Ammiano  el  valor  del  cristianismo  como  conducta
      moral  en los  casos  en  que  no  está deformado  ni por desviaciones
      dogmáticas ni por ambiciones personales; de  ahí arranca su elogio
      de los obispos de las provincias y, en especial, de la firmeza de los
      mártires32.
          El punto  clave  estriba en las relaciones  del cristianismo  con la
      administración romana. De esta manera los tumultos en que se vie­
      ron implicados los altos personajes de la Iglesia son considerados de­
      sórdenes  públicos  (y  no  bajo  un  prisma religioso).  Destaca,  entre
      ellos, el del año 355, que enfrentaría a Constancio II con el papa Li-
      berio33.
          En cualquier caso el antioqueno no alude al contenido de los de­
      bates teológicos arraigados en el seno de la Iglesia; sobre todo le cau­
      sa indignación que tales querellas domésticas degeneren en revueltas
      públicas y violencias callejeras, como la ocurrida en Roma en el 367 en­
      tre los partidarios de Ursino y Dámaso con motivo de la elección
      de papa34.
          Teniendo presente que Ammiano juzga todo bajo el prisma de su
      utilidad para el Imperio, no puede extrañamos que, dada su relación
      con los fiincionarios paganos, no viera con buenos ojos la influencia
      cada vez mayor de la Iglesia sobre la opinión pública, ni el estableci­
      miento de lazos cada vez más estrechos entre ésta y el poder imperial.
          De ahí su consideración de los cristianos como malos ciudadanos,
      no aptos para la vida pública; aduce como ejemplo a Sabiniano, ma-

         30  Amm. Marc.  14.9.7; 15.7.7; 21.2.5 y 16.8; 27.10.2; 31.12.8.
         31  Amm. Marc. 22.11.5 y 27.3.14. Cfr. P. M. Camus, Ammien MarceUin, témoin des
      courants culturéis et religieux klafindu TVe sikle, 250-251.
         32  No debemos olvidar a este respecto que Ammiano Marcelino es el primer autor
      pagano que se refiere a los mártires cristianos sin aludir a injurias y sarcasmos.
         33  Amm. Marc.  15.7.6.
         34  Amm. Marc. 22.11.3-8. Cfr. E. D. Hunt, «Christians and Christianity in Ammia­
      nus Marcellinus», QQ¿ 35 (1985), 186 y ss.

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