Page 269 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
P. 269

En ese contexto la persona de Teodosio es considerada con fines
       apologéticos, respondiendo a un retrato ideal del emperador cristiano
       por parte del obispo de Hipona49. Sin embargo, este encomio no se
       atiene a las normas seguidas por los panegiristas paganos al ofrecemos
       una concepción paradigmática del buen emperador, personificada en
       Teodosio.
          En resumen, podemos afirmar que en la apologética cristiana no
       hay lugar para una libertas de Roma ni de sus ciudadanos, es decir, no
       existe confusión posible entre el destino del emperador y el de Roma,
       que se traduciría, de acuerdo con los panegiristas paganos, en la máxi­
       ma expresión de la grandeza de las provincias.
          Frente a ello para los apologistas cristianos el emperador no sólo
       no es Dios, sino que en nada se asemeja a El y, por tanto, no será ob­
       jeto de adoración y veneración por parte de sus súbditos, aunque os­
       tente la púrpura imperial50.


                                    IV

          Acabamos  de  reseñar  a  grandes  rasgos  cómo  la  antítesis Julia-
       no/Teodosio responde al matiz pagano o cristiano que encierran los
       retratos que nos presentan los autores antiguos sobre la personalidad
       de ambos personajes.
          ¿Por qué dudar de la «imparcialidad» de Ammiano y otros autores
       paganos con respecto a Juliano, observando que sus virtudes y defec­
       tos en nada conducen a su calificativo de Apóstata, término inteligi­
       ble solamente desde el punto de vista cristiano?
          ¿Y no sucede lo propio con respecto a Teodosio? ¿Acaso las des­
       cripciones de Pacato Drepanio, Eunapio y otros autores paganos re­
       sultan menos dignas de crédito que las ck Ambrosio, Rufino o Agus­
       tín como representantes de la jerarquía episcopal cristiana?
          El encomio ammianeo lleva a comparar a Juliano con los más exi­
       mios  emperadores romanos:  así, por ejemplo, con Tito  en cuanto  a
       prudencia,  con Trajano en relación con sus triunfos militares y con
       Antonino Pío en cuanto a su clemencia51.


          49  De civ, Dei 5.15-16 y 18-19.
          50  De ahí que Agustín asegure que la verdadera piedad no es otra que la que condu­
       ce a la ciudad celeste. Véase igualmente Lact., Inst. Div. 5.14.11-12.
          51  Amm. Marc. 16.1.1-2 y 4. Cfr. J. Béranger, «La terminologie impériale: une appli­
       cation á Ammien Marcellin», Melanges Collart, París, 1967, 47 y ss.
                                                               277
   264   265   266   267   268   269   270   271   272   273   274