Page 54 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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Datables en los siglos  viii y vil a.C., esas agrupaciones funerarias
       tienen en común el uso de vasos de alabastro egipcios o de estilo egip-
       tizante como urnas cinerarias en algunas de sus tumbas, y se caracteri­
       zan además por la presencia de ajuares con ricos materiales, joyas en
       algunos casos, conjuntos de vasos cerámicos como los oinochoes de
       boca de seta y trilobulados de barniz rojo o vasos protocorintios im­
       portados; materiales que podrían tal vez ponerse en relación con ban­
       quetes funerarios o con el consumo en el más allá de alimentos pres­
       tigiosos —el vino— reservados a la elite, como reservado a ésta pare­
       ce estar el espacio funerario y la propia tumba.
          Los vasos de alabastro, que en algunos casos presentan cartelas
       de faraones egipcios, han sido interpretados en su contexto original
       egipcio o asirio como contenedores de líquidos valiosos, en particu­
       lar vino y aceite de calidad, de acuerdo con la interpretación de las
       inscripciones existentes en algunos de ellos, como el de Assur, pro­
       cedente de los almacenes reales de Sidón, o el de la tumba 1 de Al-
       muñécar16. Se trataría originalmente de presentes reales intercambia­
       dos  en las relaciones  diplomáticas en Oriente.  De hecho, dispone­
       mos  de  un  testimonio  escrito,  aunque  más  tardío,  que  ilustra  el
       contexto en el que circulaban en Oriente los vasos de alabastro: un
       texto de Herodoto menciona un vaso de alabastro que contenía bál­
       samo o perfume, formando parte de un presente real compuesto por
       joyas de oro y vestidos de púrpura, enviado hacia 525 a.C. por el rey
       persa Cambises a un rey etíope17. Por último, se atestiguan algunos
       vasos  de alabastro en contextos autóctonos de la Península Ibérica
       como los ejemplares de la necrópolis de La Joya, en Huelva, conte­
       nidos en una tumba de gran riqueza perteneciente a un miembro de
       la elite tartésica, y que, al igual que otros vasos de alabastro de me­
       nor tamaño hallados en El Acebuchal, Cruz del Negro, Osuna y Se-



       211-228; F. Molina Fajardo yj. Padró, «Nuevos materiales procedentes de la necrópolis
       del Cerro de San Cristóbal (Almuñécar, Granada)», en F. Molina Fajardo (dir.), Almu­
       ñécar, Arqueología e Historia, Granada,  1982, págs.  35-55; J. Padró, «Materiales egipcios
       del Cerro de San Cristóbal, Almuñécar (Granada). Hallazgos de la campaña de 1963»,
       en F. Molina Fajardo (dir.), Almuñécar, Arqueología e Historia II, Granada,  1984,  11-78;
       M. C. Pérez Die, «Un nuevo vaso de alabastro en España», en Homenaje a M. Almagro
       Basó, Madrid, 1983, vol. II, 237-244.
          16  W. Culican, «Almuñécar, Assur and the Phoenician Penetration of the Western
       Mediterranean», LevantH (1970), 30; I. Gamer, «La inscripción del vaso de alabastro de
       la tumba número  1  de  Almuñécar (Granada)»,  X II Congreso Nacional de Arqueología,
       Jaén, 1971, Zaragoza, 1973, 405; J. Padró, art. cit., 35-37.
          17 J. Padró, art. cit., 13 y 37, n. 70a; W. Culican, art. cit., 31; Herod. III, 20,1.

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