Page 58 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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vinan ya elementos del Hades30, unos límites que lo son también de
la vida civilizada, en los que Gerión representa una relación primitiva
con la naturaleza y con el mundo de las sombras como señor de los
animales y del más allá31. Como ha señalado Jourdain, en el Extremo
Occidente se produce una confluencia del mito con la historia de la
cual fueron conscientes los propios antiguos32. En efecto, la realidad
de la presencia fenicia y el contacto entre griegos y fenicios dio como
resultado una percepción diferente de este área geográfica donde se si
túan los lugares heracleos que queda reflejada en las fuentes literarias:
mientras que Hecateo en el siglo vi a.C. menciona los pilares (stelai)
como límites del mundo, sólo con Herodoto en el siglo v a.C. esos lí
mites reciben el nombre de columnas de Heracles, lo cual resulta in
dicador de la difusión del mito heracleo y de algo que es importante:
revela la función geográfica real que tenían las columnas para los grie
gos, ahora asimiladas a una realidad concreta como es la constituida
por Gádir y el templo de Melqart, asociados definitivamente a las re
ferencias míticas de Gerión y la isla Erythia33.
Como ha puesto de relieve Olmos34, Herodoto está mostrando la
percepción por los griegos a partir del siglo v a.C. de una realidad po
lítica diferente que sustituye a la imagen de emporion del mítico Tartes-
sos en las fuentes griegas arcaicas35. Esa nueva realidad política es Gá
dir (Gadeira), la ciudad fenicia occidental, que queda incorporada al
oikoumene como límite occidental; más allá de la ciudad fenicia se abre
el océano y lo desconocido, como reflejan los poemas de Píndaro,
quien también reconoce implícitamente esa nueva realidad política
occidental36. La confluencia del mito y la historia en este caso tiene
también una manifestación significativa en el Extremo Occidente: el
sincretismo entre Melqart y Heracles. Las similitudes funcionales en
tre el héroe griego que alcanza la inmortalidad y el héroe divino feni-
30 C. Jourdain-Annequin, art. cit. (n. 24), 39 y ss.
31 W. Burkert, «Le mythe de Géryon: perspectives préhistoriques et tradition ritue-
lle», II mito greco, A tti del Convegpo Intemazioncde, Urbino 1973, Roma (1977), 273-283;
C. Jourdain-Annequin, art. cit. (n. 25), 284.
32 C. Jourdain-Annequin, art. cit. (n. 25), 272 y ss.
33 Hecat. en Jacoby, Fr.GrH, IA2, 13 y ss.; Herod. IV, 8; IV, 42 y 43; C. Jourdain-
Annequin, art. cit. (n. 25), 287.
34 R. Olmos, «Los griegos en Tartessos: una nueva contrastación entre las fuentes
arqueológicas y literarias», en M. E. Aubet (coord.), Tartessos. Arqueologíaprotobistórica
del Bajo Guadalquivir, Sabadell, 1989, 505-506.
35 Véase al respecto D. Plácido, «La imagen griega de Tarteso», en J. Alvar y
J. M. Blázquez (eds.), Los enigmas de Tarteso, Madrid, 1993, 81-89.
36 Pínd., Nem. IV, 68-69; IV, 112.
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