Page 55 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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tefilla, tendrían su origen en el comercio fenicio en el ámbito tarté-
       sico18.
          Aunque ignoramos las circunstancias en las que los vasos egipcios
       de alabastro llegaron a las colonias fenicias19, lo que parece más plau­
       sible, dada su distribución en las necrópolis fenicias del Sur peninsu­
       lar es la posibilidad de considerarlos como elementos de prestigio en
       los ajuares funerarios20; unos vasos que por su singularidad sirvieron
       de contenedores de las cenizas de personajes de alto rango social, qui­
       zás miembros de la aristocracia fenicia occidental dedicada al comer­
       cio a larga distancia, vinculada al templo de Melqart y  al palacio real
       tirios, en el contexto colonial de los siglos viii y  vil a.C.
          Los  individuos  que formaban esta aristocracia pertenecerían,  de
       acuerdo con las dataciones de las tumbas, a las primeras generaciones
       de origen tirio asentadas en Occidente, cuyos descendientes podrían
       reclamar para sí el tener como antepasados a los fundadores de las co­
       lonias. Estos individuos incorporarían en sus manifestaciones rituales
       de los siglos viii-vii a.C. uno de los aspectos de la tradición del dios-hé-
       roe protector de  la  colonización y fundador  él  mismo  de  colonias
       como veremos más adelante: el uso del fuego en los rituales funerarios
      para superar la muerte y entrar en contacto con la divinidad, trascen­
       diendo la condición de simple mortal. Incluso el nombre de Melqart
       está presente a través del teóforo hnmlk en la inscripción en lengua fe­
      nicia de uno de los vasos de alabastro del Cerro de San Cristóbal, en
      referencia al individuo incinerado21.



         18 J. P. Garrido y E. M. Orta, Excavaciones en la necrópolis de «La Joya», Huelva, EAE
      96, Madrid,  1978, 71. Una revisión de estos hallazgos en I. Gamer-Wallert, Ágyptische
      unddgjiptisierende Funde von der Iberischen Halbinsel, Wiesbaden, 1978, 95 y ss.
         19  La hipótesis de Culican, art. cit., 30-31, relativa a que los vasos de Almuñécar pro­
      cedieran del saqueo de los almacenes reales de Sidón por los asirios, ha sido puesta en
      duda por Aubet y otros, op. cit., 21, dado que algunas de las tumbas de Almuñécar se­
      rían anteriores al saqueo de Asarhadon como muestra la revisión cronológica de la ne­
      crópolis efectuada por I. Negueruela, art. cit.
         20  Μ. E. Aubet y otros, op. cit., 20. Además de los que proceden sin dudas de con­
      juntos funerarios, cuya bibliografía se cita en la nota 15, se han documentado varios va­
      sos de alabastro descontextualizados que muy probablemente procederían originalmen­
      te de tumbas: un inventario de los mismos en M. C. Pérez Die, art. cit.
         21  Cfr. E. Lipinski, «Vestiges phéniciens d’Andalousie»,  Orientalia Lovaniensia Perio­
      dica 15 (1984), 126 y ss.; sin embargo, la lectura más difundida del antropónimo de la
      tumba 3, mgn, se debe aj. Ferron, «La inscripción cartaginesa pintada en la urna cinera­
      ria de Almuñécar», Trabajos de Prehistoria 27 (1970), 177-190; esta lectura es seguida por
      M. J. Fuentes Estañol, «Corpus de las inscripciones fenicias de España», en G. del Olmo
      y Μ. E. Aubet (eds.), Los fenicios en la Península Ibérica, Sabadell, 1986, vol. II, 9-10.

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