Page 57 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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conquistar, por someter a parámetros racionales. Sus habitantes, mons­
       truos y bárbaros agresivos con los extranjeros, son derrotados y domina­
       dos por un Heracles que como héroe cultural abre rutas, instaura estir­
       pes heracleas y cultos, funda ciudades, elimina bandidos y piratas, al
       tiempo que reordena el paisaje haciendo lagos y cambiando el curso
       de los ríos o desecando llanuras, de manera que ese espacio descono­
       cido occidental se transforma en un espacio reordenado, pacificado,
       civilizado, contenido en los límites racionales del universo de la polis
       y destinado al uso de los hombres, es decir, de los griegos25.
          El espacio civilizado por Heracles deviene entonces en un espacio
       reivindicado por los griegos: el mito de Heracles, que en cierto senti­
       do representa la victoria de la civilización contra la barbarie, se confor­
       ma entonces, como mito de precedencia que legitima los espacios rei­
       vindicados por los griegos para su apropiación, así como las empresas
       coloniales del periodo arcaico y definen, en definitiva, las relaciones
       entre griegos y no griegos, fueran pacíficas o violentas26. La mítica co­
       lonización  de  Cerdeña  por  hijos  y  descendientes  de  Heracles,  los
       Thespiades e Iolaos, o las expediciones coloniales en Sicilia de Dorieo
       —justificada por ser descendiente de Heracles— y Pentado siguen los
       pasos de la legendaria lucha precedente de Heracles contra Eryx27.
          Pero el Extremo Occidente, aunque existía una vaga conciencia de
       precedencia griega, nunca fue colonizado por los griegos y para ellos
       fue, más que otro espacio reivindicado, el confin del mundo conoci­
       do y civilizado por Heracles, marcado por las columnas de Heracles y
       su inmediato más allá28. El mito asociado por excelencia al Extremo
       Occidente, el del monstruo Gerión derrotado por Heracles, no debe
       identificarse con una representación de los habitantes autóctonos, es
       decir, Tartessos29, sino con los confines del oikoumene en los que se adi­


          25  L. Lacroix, «Héraclés, héros voyageur et civilisateup», Bulletin de bAcadémie Raya­
       le de Belgique.  Classe des Lettres et des Sciences Morales etPolitiques, s.5, LX (1974), 37 y ss.;
       C. Jourdain-Annequin, «Héracles en Occident», en C. Bonnet y C.Jourdain-Annequin
       (eds.), Héraclés d’une rive ¿ l’autre de la Méditenanée. Bilan et perspectives. Actes de la Table
       Ronde a Rome, 1989, Bruselas-Roma,  1992, 277-278; W. Burkert, «Eracle e gli altri eroi
       culturali del Vicino Oriente», ibíd., 116-117; C.Jourdain-Annequin, art. cit. (n. 24), 37.
         26  Cfr. M. Giangiulio, «Greci e non-greci in Sicilia alia luce dei culti e delle leggen-
       de di Eracle», Forme di contatto e processi di trasformazioni neUe societk antiche. A tti del Con-
       vegnodi Cortona, 1981, Pisa-Roma (1983), 799-801.
         27  Diod. IV, 29-30, y V, 15,1-6; Herod. V, 42-48; Apollod. II, 5,10; M. Giangiulio,
       art. cit., 788 y ss. y 801.
         28  D. Plácido, art. cit. (n. 35), 69.
         29 J. C. Bermejo Barrera, «Los mitos griegos y la Hispania antigua: consideraciones
       metodológicas», Espado, Tiempoy Forma s. II (Historia Antigua) 4 (1991), 92 y ss.

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