Page 76 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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Aparte de la influencia aristotélica, hay que destacar el papel, en
       absoluto desdeñable, de su tutor Leónidas, pues fue él el encargado de
       entrenar físicamente  al joven Alejandro,  sometiéndolo  a  toda  clase
       de rigores con el objetivo de templar su ánimo y endurecerlo. Cierta­
       mente se presentaron múltiples ocasiones a lo largo de su vida militar,
       comenzada desde muy joven, donde se puso a prueba su resistencia y
       en las que el éxito de tal entrenamiento quedaría refrendado. Por lo
       demás, la iniciación política recibida de la mano de Antipatro, en oca­
       sión de una ausencia de Filipo, siendo todavía muy joven, vino a com­
       pletar esa formación que le capacitaría para el desempeño del poder.
          No me voy a entretener en esta etapa de su vida, sino que pasaré
       directamente a aquellos  aspectos  de trascendencia para el tema que
       nos ocupa, conectados indefectiblemente con la campaña contra Per­
       sia, concebida originariamente como una guerra de venganza de los
       griegos contra los persas para hacerles pagar la invasión de Grecia y en
       definitiva las Guerras Médicas. Las fuentes, en efecto, nos transmiten
       toda una serie de detalles que jalonan la estancia de Alejandro en Asia
       hasta su muerte en Babilonia, cuyo objetivo, en última instancia, no
       es otro que poner en evidencia la especificidad del rey, al tratarse de
       un ser distinto como esos rasgos sobrenaturales se encargaban de ma­
       nifestar7.
          Prácticamente hasta Gránico los hechos protagonizados por Ale­
       jandro discurren dentro de la normalidad, con las vicisitudes propias
       de toda campaña militar8. Quizá el único rasgo original se dé en el te­


       macedonio al comienzo de la campaña asiática aparece como euergetes en tanto que pre­
       dispuesto a realizar buenas acciones, aunque no aparezca calificado como tal de mane­
       ra expresa. Al propio tiempo, y junto a esta imagen benévola, aparece la del conquista­
       dor con sus puntos positivos, pero también negativos, en cuanto que el despotismo apa­
       rece conectado con ella.
         7  Sobre estos aspectos como sobre la obra de Alejandro en general, los textos ofre­
       cen versiones o interpretaciones distintas. No hay que olvidar que Alejandro no descui­
       dó el detalle de llevar consigo unos historiadores o cronistas oficiales de los hechos que
       se iban produciendo —tal  Calístenes  de  Olinto, por ejemplo—·,  aparte  de  continuar
       con los medios habituales por cuyo cauce se distribuían las noticias. Sobre la problemá­
       tica, crucial, de las fuentes de Alejandro, véase la nota 1.
         8  Alejandro en esta etapa desempeña el papel de liberador de los griegos de Asia
       Menor del yugo persa, sólo que amplios sectores de éstos no querían ser liberados, pues
      no veían ventajas en cambiar la hegemonía persa de la que se beneficiaban —así los
      mercenarios griegos al servicio del Gran Rey o los oligarcas de las ciudades— por la ejer­
       cida por un macedonio extraño para ellos. Más bien temían represalias. Cfr., por ejem­
      plo, Arr. 1,17,10 a propósito de Éfeso. Paralelamente y en su papel de euergetes realizó
       en estas regiones toda una serie de actos favorables a las ciudades. Cfr. F. Schacherme-
      yer, art. cit., EntretiensFond. Hardt, XXII, 54-5. Señala este autor además que esta presun-

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