Page 90 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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quedó muy marcado en la conciencia histórica romana, era entonces
       un recuerdo  aún vivo, pues  tal  acontecimiento habría sucedido  du­
       rante el reinado de Tarquinio Prisco, cuando aún no había transcurri­
       do un siglo. Fijémonos por un momento en Atenas, donde la eleva­
       ción de Teseo al rango de fundador no es anterior a la segunda mitad
       del siglo vi a.C., alcanzando probablemente su forma definitiva en los
       acontecimientos que rodean a la efemérides de Maratón en el año 490,
       cuando la ciudad tenía ya una existencia plurisecular. No de otra ma­
       nera tendría que haber sucedido en Roma, y en efecto en tal sentido
       apuntan los datos disponibles.
          Aunque adornada con algunos y no  despreciables  elementos  de
       procedencia  etrusca,  como  la  utilización  del  Tuscus  ritus,  la  figura
       de Rómulo como fundador de Roma repite el modelo del oikistés grie­
       go. Este es un hecho que no debe sorprender, puesto que en definiti­
      va fueron los griegos quienes exportaron a Italia la idea que toda ciu­
       dad nace bajo la acción fundadora cumplida por un héroe, de la mis­
      ma manera que una nación —excepto las definidas por los pueblos
       autóctonos— es resultado de una migración conducida por un guía o
       archagetas.  Tanto  en un caso  como  en otro,  el protagonista procede
       siempre del ámbito del Egeo. Ambos fenómenos constituyen enton­
       ces dos muestras perfectas de ese helenocentrismo que los griegos im­
      pusieron en la concepción histórica de los pueblos con los que entra­
      ban  en  contacto,  según  puso  de  manifiesto  en  un  célebre  artículo
      E. J. Bickerman1. Por ello los primeros fundadores de Roma conoci­
       dos son griegos: el más antiguo testimonio al respecto se encuentra re­
      cogido en Dionisio de Halicarnaso, quien recuerda cómo Helánico de
      Lesbos, Damastes de Sigeo y «algunos otros» atribuían a Eneas la fun­
      dación de Roma (en Dion.,  1.72.2 =  FGH 4F84)2. Esta visión recoge
      las tradiciones que en la segunda mitad del siglo v a.C. existían entre
      determinados ambientes griegos, fundamentalmente aquellos vincula­
      dos a Atenas, sobre esta cuestión, tradiciones que posiblemente hay
      que comprender en el contexto  del conflicto con Esparta en el que
      Atenas pretendía presentarse como una nueva Troya. Pero no hay que
      olvidar que los romanos vivían por completo al margen de tales espe­
      culaciones.  Para ellos Eneas no era de momento más  que un héroe



         1 «Origines gentium»,  CPh, 47, 1952, 65-81.

         2  Este fragmento presenta ciertas dificultades de interpretación por la variante que
      introduce uno de los manuscritos respecto a la relación entre Eneas y Odiseo,  quien
      también figura en esta tradición. Sobre la cuestión, recientemente C. Ampolo, «Enea ed
      Ulisse nel Lazio da Ellanico (FGrHIST4 F84) a Festo (432L)», PdP, 47,1992, 321-342.
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