Page 85 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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dores y vencidos, adoptando las costumbres de éstos, incluida aquélla,
       la proskínesis, que había sido desde siempre considerada por los grie­
       gos  como un acto  de servidumbre, propio de los bárbaros, era algo
       que provocaba un rechazo visceral.
          No tan explicable, por el contrario, es la posición del propio Ale­
       jandro respecto a este asunto, pues indudablemente sería consciente
       de las resistencias que su imposición podía despertar entre los mace-
       donios. La única respuesta posible consiste en asumir que el monarca
       estaba ya entonces convencido de su divinidad, de ser superior a He­
       racles y Dioniso, como los aduladores de su entorno propagaban41, lo
       cual, unido a sus deseos de equiparar a persas y macedonios también
       en el ámbito de la corte con objeto de enfatizar la universalidad de su
       monarquía42, convertía el acto de la proskínesis en algo natural y de­
       seable por el carácter religioso que encerraba. Por lo demás, los testi­
       monios correspondientes a los últimos años de Alejandro, aunque es­
       casos, apuntan hacia una acentuación cada vez más pronunciada de
       los rasgos que lo caracterizaban como dios: así, su aparición bajo for­
       ma del dios Amón, vestido de púrpura y tocado con los típicos cuer­
       nos de la divinidad egipcia, detalle éste con el que se le representa tan­
       to en el sarcófago de Alejandro como en los tetradracmas de Lisíma-
       co.  Pero  como  evidencia de  la existencia de un  culto  real mientras
       vivía tan sólo se puede citar un pasaje de Efipo y otro de Filarco43.
          Fue ciertamente en los últimos años de su vida, tras regresar de la
       India, cuando Alejandro promocionó sin pudor, quizá incluso com­
       pulsivamente, su divinidad44 y en especial después de la muerte de He-

         41  Sobre esta cuestión, cfr. J. Seibert, Alex. d. Gros., 204-206.
         42  Sobre el trasfondo político de esta última etapa, la fusión progresiva de los ira­
       nios en el ejército y sus consecuencias, véase el análisis de P. Gourowski, op. cit., 57 y ss.
       En todo  caso,  sus pretensiones  tenían  como  objetivo no  una orientalización  total y
       completa, sino la consecución de la bomonoia entre ambos pueblos y el equilibrio entre
       uno y otro.
         43  Respectivamente, FGH 126 F 5; Ath. 539 F =  FGH 81 F 4. El primero, Efipo,
       menciona el hecho de quemarse incienso ante él, siendo esperado en un silencio reve­
       rencial; el segundo, a propósito de las recepciones de Alejandro se expresa en términos
       similares. El discutido pasaje de Arriano (VII, 23,2) puede considerarse alusivo a la cues­
       tión, pero, en todo caso, su tono es marcadamente irónico, pues hablando de las emba­
       jadas griegas enviadas a Babilonia para honrarle dice que iban coronados y que llevaban
       coronas a Alejandro, «como si se tratara de teoros venidos a venerar a algún dios». De
       tal comentario no me parece lícito deducir la existencia real del culto.
         44  Se trata de un conjunto de problemas ampliamente debatidos por la investiga­
       ción en cuanto que son múltiples las cuestiones que plantea, todas de una gran trascen­
       dencia histórica. J. Seibert, Alex. d. Gros., 192 y ss., formula algunas de las más relevan­
       tes y proporciona una panorámica bibliográfica acerca de todo ello.
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