Page 84 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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dispensársela a Alejandro38. Significaba, desde luego, una derrota para
esta política de mezcla étnica, ideológica, etc., promocionada por él,
por lo cual el asunto se zanjó con la muerte del historiador, a resultas
de su presunta implicación en la llamada conjura de los Pajes39.
La postura de Calístenes es, de todas formas, fácil de comprender
si se parte del hecho de que era griego y su mentalidad, por tanto, grie
ga. Ciertamente el historiador no sólo compartía la opinión que hacía
de Alejandro un personaje de naturaleza suprahumana, aceptando
que, como ser excepcional, pudiera ser hijo de un dios, sino que de
hecho su colaboración en la difusión entre los griegos de la idea de
que Alejandro participaba de naturaleza divina había sido decisiva40.
Esto era algo que un griego podía admitir sin mayores problemas. No
sucedía lo mismo, sin embargo, con dispensar culto a un hombre
vivo. Del mismo modo que Alejandro diera el mismo trato a vence
38 Sobre ello las fuentes dan dos versiones: una, debida a Curcio (VIII, 5, 8-24)
y Arriano (IV, 10,5 -12,2); la otra, emanada de Cares de Mitilene, chambelán de la cor
te, presunto y directo testigo del suceso, recogida por Plutarco (Alex. 54, 4-6) y Arriano
(IV, 12, 3-5). La investigación moderna interpreta una y otra en el sentido de aceptar
una y rechazar la otra o bien, como hace P. Gourowski, op. cit., 48 y ss., admitiendo am
bas, considerándolas dos episodios sucesivos de un mismo hecho. En la primera de
ellas, Anaxarco, en el transcurso de una charla habitual entre persas, sofistas y macedo-
nios, expuso su opinión, según la cual Alejandro debía ser considerado un dios con
mayor justicia que Dioniso o Heracles. Opinaba que el rey debía ser honrado por los
macedonios con honores divinos, ya que así lo harían después de muerto. Los que
compartían sus ideas se mostraron partidarios, dice Arriano, de la instauración de la
proskínesis. Pero los macedonios, irritados, callaron, tomando entonces la palabra Ca
lístenes para expresarse en el sentido manifestado en el texto, resaltando el hecho de
que ni siquiera Heracles recibió mientras vivió honores divinos, por lo cual desaproba
ba la arrogancia de Alejandro. Al finalizar, y ante la impresión del discurso entre los
macedonios, el rey, aunque contrariado, liberó a éstos de la obligatoriedad de hacer tal
gesto.
En la segunda versión —las palabras de Arriano y Plutarco coinciden a veces casi
exactamente— se nos relata más bien un ceremonial en el transcurso del cual Calíste
nes, el único de los asistentes, no cumplió el acto de postración ante Alejandro —o ante
el altar en el texto plutarquiano— y éste se negó entonces a recibir de él el beso, signo
de lealtad y afecto recíproco. Caído en desgracia ante Alejandro, murió poco después,
bien por enfermedad o ahorcado (Arr. IV, 14, 3).
39 P. Gourowski, op. cit., 49 y ss. analiza con detalle el porqué de la implicación de
Calístenes en este asunto en función de dos documentos, que asume como presumible
mente auténticos, de la mayor importancia: son éstos dos cartas de Alejandro, dirigidas
una a Cratero y otra a Antipatro. Para la iluminación de su contenido, el autor recurre
a otra carta, dirigida por Aristóteles al rey macedonio, de la que sólo se nos ha conser
vado una copia en árabe, estando perdido el texto griego.
40 Cfr. Arr. IV, 10,2. Hay que subrayar que el término griego es metousía ton theou,
es decir, participaba de la naturaleza divina, no era dios, por tanto.
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