Page 82 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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Las condenas a muerte ya mencionadas de Filotas, acusado de trai
ción, seguido de la de su padre, Parmenión, representantes del espíri
tu genuinamente macedonio, son, pues, altamente significativas
como expresión de la voluntad real de acabar con cualquier forma de
oposición a sus designios políticos. Con ellas culmina esta etapa. A la
par, con su muerte desapareció, por un tiempo, el peligro de subleva
ción en las filas macedonias, que habían ya mostrado su rechazo a
continuar movilizados en campañas de conquistas incesantes que ca
recían de significado para ellos, al no obedecer a unos objetivos com
prensibles. De todos modos, los resultados eran espectaculares y la fi
gura de Alejandro, gigantesca, pues sus hazañas no tenían parangón.
En qué medida repercutieron en Grecia tales logros es una cuestión di
fícil de responder por la escasez de testimonios al respecto, lo cual
puede considerarse quizá como indicio de cierta frialdad, justificable
por la propia lejanía del escenario donde se desarrollaban29.
La evolución de Alejandro a partir del 330 se produjo en el senti
do ya señalado anteriormente, acentuándose tanto en lo personal
como en lo político los rasgos orientales30. Quiere esto decir que cada
vez era más acentuado su acercamiento a los iranios, cuya fidelidad
era imprescindible ante las nuevas campañas que se preparaban. Má
xima expresión de ello ha de verse en el matrimonio de Alejandro con
Roxana31 y en la adopción en la corte de una de costumbres más tra
dicionales y características de los iranios: la proskínesis. De todo el
conjunto de medidas impuestas por Alejandro ninguna hay tan discu
tida como ésta, tanto entonces como ahora, por su significado y alcan
29 La única opinión que es posible recoger de una manera clara es la formulada por
Esquines en su discurso Contra Ctesiphon, 132 y 165, donde manifiesta su sentimiento
de estar viviendo un momento decisivo en la historia, dado que Alejandro había con
quistado un imperio universal cuyos límites iban más allá de la oikumene.
30 Aparte de los aspectos meramente políticos, algunos de sus biógrafos señalan
cómo a partir de esta etapa se registra una metamorfosis en el propio carácter del rey,
transformación que sería percibida y comentada por los antiguos. Cfr. J. M. O’Brien,
Alexander the Great: the Invisible Enemy. A biography, Londres, 1992,101 y ss.
31 Era hija del bactrio Oxiartes: Arr. IV, 19, 5. Años después, en ocasión de las bo
das de Susa (Arr. VII, 4, 4; Plut. A kx., 70, 3; Diod. XVII, 107, 6), donde varios de sus
íntimos se casaron con mujeres iranias, él mismo tomó por esposa, pese a estar casado
ya anteriormente con Roxana, a Barsine, hija mayor de Darío III y quizá también a Pa-
risátide, hija de Artajeqes III Oco, aunque ésta no es mencionada por todas las fuentes
(Plutarco y Diodoro no la citan). Este matrimonio, desde el punto de vista político, tie
ne un gran simbolismo, pues no sólo simbolizaba esa pretendida mezcla de pueblos,
sino reforzaba la legitimidad de Alejandro, en cuanto que los posibles frutos de estas
uniones serían descendientes legítimos y de la misma sangre de los aqueménidas.