Page 234 - Guerra de las Galias [Colección Gredos Bilingüe] I-II-III
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temptata,  alias  cuniculis  ad  aggerem*  vineasque  actis,
        cuius rei sunt longe peritissimi Aquitani, propterea quod
        multis  locis  apud  eos  aerariae  secturaeque  sunt,  ubi,
        diligentia  nostrorum,  nihil  his  rebus  profici  posse  in­
        tellexerunt, legatos*  ad  Crassum mittünt seque in dedi­
        tionem ut recipiat  petunt.  Qua  re  impetrata,  arma  tra­
        dere iussi, faciunt.
           XXII.     (1) Atque, in ea re omnium nostrorum inten­
        tis  animis,  alia  ex  parte  oppidi*  Adiatuanus,  qui  sum­
        mam  imperii  tenebat,  cum  DC  devotis,  quos  illi  soldu­
        rios*  appellant, (2) quorum haec est condicio, uti omni­
        bus  in vita  commodis una cum iis  fruantur  quorum  se
        amicitiae  dediderint;  si  quid  his  per  vim  accidat,  aut
        eundem casum una ferant aut sibi mortem consciscant;
        (3)  neque  adhuc  hominum  memoria repertus  est  quis­
         quam  qui,  eo  interfecto  cuius  se  amicitiae  devovisset
        mori recusaret:  (4)  cum  his Adiatuanus  eruptionem  fa­
         cere  conatus,  clamore  ab  ea  parte  munitionis  sublato,
         cum  ad  arma  milites  concurrissent  vehementerque  ibi
         pugnatum esset, repulsus in oppidum, tamen uti eadem
         deditionis  condicione uteretur ab  Crasso impetravit.
         unas  veces  a  hacer  salidas,  otras  procuraban  minar  el  terraplén  y  los
         manteletes,  en  lo  cual  son  sumamente  diestros  los  aquitanos  por  las  mu­
         chas  minas  de  cobre  y  las  numerosas  canteras  que  hay  en  su  territorio;
         mas,  cuando  se  convencieron  de  que  todo  esto  no  les  serviría  de  nada
         ante  la  vigilancia  de  los  nuestros,  mandaron  emisarios  a  Craso  y  le  ro­
         garon  que  aceptara  su  rendición.  Conseguido  lo  cual,  habiéndoseles  orde­
         nado  entregar  las  armas  así  lo  hacen.
           XXII.   (1)  Pero,  cuando  estaban  todos  los  nuestros  ocupados  en  esto,
         he  aquí  que,  por  la  otra  parte  de  la  ciudad,  Adiatuano,  que  tenía  el
         mando  supremo,  con  seiscientos  devotos,  a  quienes  ellos  llaman  soldurios,
         (2)  cuya  profesión  es  participar  en  vida  de  todos  los  bienes  de  aquellos  a
         cuya  amistad  se  han  consagrado,  pero  si  a  éstos  les  sucede  alguna  des­
         gracia,  o  la  han  de  sufrir  junto  con  ellos  o  han  de  darse  la  muerte;  (3)  y
         aún  no  se  sabe  de  ninguno  que,  muerto  aquel  a  cuya  amistad  se  había
         consagrado,  haya  rehusado  morir;  (4)  intentando,  pues,  Adiatuano  hacer
         con  éstos  una  salida,  levantóse  gran  clamor  por  aquella  parte  de  las  mu­
         rallas,  y  corriendo  los  nuestros  a  las  armas,  se  luchó  allí  duramente,  tras
         de  lo  cual,  rechazado  aquél  a  la  ciudad,  obtuvo sin  embargo  de  Craso  que
         se  le  concedieran  las  mismas  condiciones  de  rendición  que  a  los  demás.
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