Page 148 - El Retorno del Rey
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Y uno de los guardias le respondió:
—El Senescal de Gondor está en las Casas de Curación.
Y dijo Éomer:
—¿Dónde está la Dama Eowyn, mi hermana? Tendría que yacer junto al rey,
y con idénticos honores. ¿Dónde la habéis dejado?
E Imrahil respondió:
—La Dama Eowyn vivía aún cuando la trajeron aquí. ¿No lo sabías?
Entonces una esperanza ya perdida renació tan repentinamente en el corazón
de Éomer, y con ella la mordedura de una inquietud y un temor renovados, que
no dijo más, y dando media vuelta abandonó la estancia; y el príncipe salió tras
él. Y cuando llegaron fuera, había caído la noche y el cielo estaba estrellado. Y
vieron venir a Gandalf acompañado por un hombre embozado en una capa gris;
y se reunieron con ellos delante de las puertas de las Casas de Curación.
Y luego de saludar a Gandalf, dijeron:
—Venimos en busca del Senescal, y nos han dicho que se encuentra en esta
casa. ¿Ha sido herido? ¿Y dónde está la Dama Eowyn? Y Gandalf respondió:
—Yace en un lecho de esta casa, y no ha muerto, aunque está cerca de la
muerte. Pero un dardo maligno ha herido al Señor Faramir, como sabéis, y él es
ahora el Senescal; pues Denethor ha muerto, y la casa se ha derrumbado en
cenizas. —Y el relato que hizo Gandalf los llenó de asombro y de aflicción.
Y dijo Imrahil:
—Entonces, si en un solo día Gondor y Rohan han sido privados de sus
señores, habremos conquistado una victoria amarga, una victoria sin júbilo.
Éomer es quien gobierna ahora a los Rohirrim. Mas ¿quién regirá entre tanto los
destinos de la ciudad? ¿No habría que llamar al Señor Aragorn?
El hombre de la capa habló entonces y dijo:
—Ya ha venido. —Y cuando se adelantó hasta la Puerta y a la luz de la
linterna, vieron que era Aragorn, y bajo la capa gris de Lorien vestía la cota de
malla, y llevaba como único emblema la piedra verde de Galadriel—. Si he
venido es porque Gandalf me lo pidió —dijo—. Pero por el momento soy sólo el
Capitán de los Dúnedain de Arnor; y hasta que Faramir despierte, será el Señor
de Dol Amroth quien gobernará la ciudad. Pero es mi consejo que sea Gandalf
quien nos gobierne a todos en los próximos días, y en nuestros tratos con el
enemigo. —Y todos estuvieron de acuerdo.
Gandalf dijo entonces:
—No nos demoremos junto a la puerta, el tiempo apremia. ¡Entremos ya!
Los enfermos que yacen postrados en la casa no tienen otra esperanza que la
venida de Aragorn. Así habló Ioreth, vidente de Gondor: Las manos del rey son
manos que curan, y el legítimo rey será así reconocido.