Page 164 - El Retorno del Rey
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sangre de los hijos de Lúthien? Es de una estirpe que jamás habrá de
corromperse, así perdure en años innumerables.
—Tales predicciones escapan a la visión de los enanos —dijo Gimli—. Pero
en verdad poderoso fue Aragorn aquel día. Sí, toda la flota negra se encontraba
en sus manos; y eligió para él la mayor de las naves, y subió a bordo. Entonces
hizo sonar un gran coro de trompetas tomadas al enemigo; y el Ejército de las
Sombras se replegó hasta la orilla. Y allí permanecieron, inmóviles y silenciosos,
casi invisibles excepto un fulgor rojo en las pupilas, que reflejaban los incendios
de las naves. Y Aragorn habló entonces a los Muertos, gritando con voz fuerte.
» —¡Escuchad ahora las palabras del Heredero de Isildur! Habéis cumplido
vuestro juramento. ¡Retornad, y no volváis a perturbar el reposo de los valles!
¡Partid, y descansad!
» Y entonces, el Rey de los Muertos se adelantó, y rompió la lanza, en dos y
arrojó al suelo los pedazos. Luego se inclinó en una reverencia, y dando media
vuelta se alejó; y todo el ejército siguió detrás de él, y se desvaneció como una
niebla arrastrada por un viento súbito; y yo me sentí como si despertara de un
sueño.
» Esa noche, nosotros descansamos mientras otros trabajaban. Porque
muchos de los cautivos y esclavos liberados eran antiguos habitantes de Gondor,
capturados por el enemigo en correrías; y no tardó en congregarse una gran
multitud, formada por hombres que llegaban de Lebennin y del Ethir, y Angbor
de Lamedon vino con todos los caballeros que había podido reunir. Ahora que el
temor a los Muertos había desaparecido, todos acudían en nuestra ayuda y a ver
al Heredero de Isildur; pues el rumor de ese nombre se había extendido como un
fuego en la oscuridad.
» Y hemos llegado casi al final de nuestra historia. En las últimas horas de la
tarde y durante la noche se repararon y equiparon numerosos navíos; y por la
mañana la flota pudo zarpar. Ahora parece que hubiera pasado mucho tiempo, y
sin embargo fue sólo en la mañana de anteayer, el sexto día desde que partimos
del Sagrario. Pero Aragorn temía aún que el tiempo fuese demasiado corto.
» —Hay cuarenta y dos leguas desde Pelargir hasta los fondeaderos del
Harlond —dijo—. Es preciso, sin embargo, que mañana lleguemos al Harlond, o
fracasaremos por completo.
» Ahora los que manejaban los remos eran hombres libres, y trabajaban con
hombradía; sin embargo, remontábamos con lentitud el Río Grande, pues
teníamos que luchar contra la corriente, y aunque no es rápida en el sur, el viento
no nos ayudaba. A mí se me habría encogido el corazón, a pesar de nuestra
reciente victoria en los puertos, si Legolas no hubiese reído de pronto.
» —¡Arriba esas barbas, hijo de Durin! —exclamó—. Porque se ha dicho:
Cuando todo está perdido, llega a menudo la esperanza.
» Pero qué esperanza veía él a lo lejos, no me lo quiso decir. Llegó la noche,