Page 168 - El Retorno del Rey
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embargo esto es, en mi opinión, lo que hemos de hacer. Mejor que perecer de
todos modos, como sin duda ocurriría si nos quedáramos aquí a esperar, y
sabiendo al morir que no habrá ninguna nueva era.
Durante un rato todos guardaron silencio. Al fin habló Aragorn:
—Así como he comenzado, así continuaré. Nos acercamos al borde del
abismo, donde la esperanza y la desesperación se hermanan. Titubear equivale a
caer. Que nadie se oponga ahora a los consejos de Gandalf, cuya larga lucha
contra Sauron culmina al fin. Si no fuese por él, hace tiempo que todo se habría
perdido para siempre. Sin embargo, no pretendo todavía dar órdenes a nadie; que
cada cual decida según su propia voluntad.
Entonces dijo Elrohir:
—Del Norte hemos venido con este propósito, y de Elrond nuestro padre
recibimos el mismo consejo. No volveremos sobre nuestros pasos.
—En cuanto a mí —dijo Éomer— poco entiendo de tan profundas cuestiones;
mas no lo necesito. Lo que sé, y con ello me basta, es que así como mi amigo
Aragorn me socorrió a mí y a mi pueblo, así acudiré yo en ayuda de él, cuando
él me llame. Iré.
—Yo, por mi parte —dijo Imrahil—, considero al Señor Aragorn como mi
soberano, quiera él o no reivindicar tal derecho. Los deseos de él son órdenes
para mí. También yo iré. No obstante, puesto que reemplazo por algún tiempo al
Senescal de Gondor, primero he de pensar en su pueblo. No desoigamos aún del
todo la voz de la prudencia. Pues hemos de estar preparados contra cualquier
posibilidad, buena o mala. Todavía puede ocurrir que triunfemos, y mientras
quede alguna esperanza, Gondor tiene que ser protegida. No quisiera retornar en
triunfo a una ciudad en ruinas y ver a nuestro paso las tierras devastadas. Y
sabemos por los Rohirrim que en nuestra frontera septentrional espera un ejército
todavía intacto.
—Es cierto —dijo Gandalf—. No te aconsejo que dejes la ciudad indefensa.
Y en verdad, no es necesario que llevemos al este una fuerza poderosa, como
para emprender un ataque verdadero y en serio contra Mordor, pero sí suficiente
para desafiarlos a presentar batalla. Y tendrá que ponerse en marcha muy
pronto. Yo pregunto a los Capitanes: ¿con qué fuerza podríamos contar en un
plazo de dos días? Es imprescindible que sean hombres valerosos, que vayan
voluntariamente, conscientes del peligro.
—Todos los hombres están fatigados, y hay numerosos heridos, leves y
graves —dijo Éomer—, y también se han perdido muchos caballos, lo que es
difícil de reparar. Si en verdad tenemos que partir tan pronto, dudo que pueda
llevar conmigo más de dos mil hombres, dejando otros tantos para la defensa.
—No hemos de contar sólo con los que combatieron en este campo —dijo
Aragorn—. Ahora que las costas han quedado libres de enemigos, llegan nuevas
fuerzas de los feudos del sur. Cuatro mil envié dos días atrás desde Pelargir a