Page 172 - El Retorno del Rey
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sacó de estas cavilaciones.
—¡Vamos, maese Ferian! —dijo el muchacho—. Veo que todavía te duele.
Te ayudaré a regresar a las Casas de Curación. ¡Pero no temas! Volverán. Los
Hombres de Minas Tirith jamás serán derrotados. Y ahora tienen al Señor Piedra
de Elfo, y también a Beregond de la Guardia.
El ejército llegó a Osgiliath antes del mediodía. Allí todos los operarios y
artesanos disponibles estaban ocupados. Algunos reforzaban las barcazas y los
puentes que el enemigo había construido, y destruido en parte al huir; otros
almacenaban los víveres y recogían el botín, y otros levantaban de prisa obras de
defensa en la margen oriental del río.
La vanguardia pasó por las ruinas de la Antigua Gondor, y luego por encima
del ancho río, y tomó el camino largo y recto construido en otros días entre la
hermosa Torre del Sol y la elevada Torre de la Luna, ahora convertida en Minas
Morgul, en el valle maldito. Cinco leguas más allá de Osgiliath se detuvieron,
concluyendo la primera jornada de marcha.
Pero los jinetes continuaron avanzando y antes de la noche habían llegado a
la Encrucijada y al gran círculo de árboles: allí todo era silencio. No se veían
rastros del enemigo, ni se escuchaban gritos ni clamores; ni un solo dardo había
volado desde las rocas o los matorrales próximos, y sin embargo mientras
avanzaban sentían cada vez más que la tierra vigilaba alrededor. Los árboles, las
piedras y el follaje, las briznas de hierba, todo parecía escuchar. La oscuridad se
había disipado, y el sol se ponía a lo lejos en el valle del Anduin, y los picos
blancos de las montañas se arrebolaban en el aire azul; pero había una sombra y
una tiniebla sobre los Ephel Dúath.
Apostando a los trompetas del ejército en cada uno de los cuatro senderos que
desembocaban en el círculo de árboles, Aragorn ordenó que tocasen una gran
fanfarria, y a los heraldos que gritasen: « Los Señores de Gondor han vuelto, y
han rescatado estos territorios que les pertenecen.» Y la horrorosa máscara de
orco sobre la mutilada estatua de piedra fue arrojada al suelo y rota en mil
pedazos, y recogiendo la cabeza del viejo rey, todavía coronada de flores blancas
y doradas, la colocaron de nuevo en su sitio; y limpiaron y borraron todas las
inscripciones inmundas que los orcos habían puesto en la piedra.
Durante el debate, algunos habían aconsejado que Minas Morgul fuese el
primer blanco, y que si lograban tomarla, la destruyesen totalmente, sin dejar
piedra sobre piedra.
—Y acaso —había dicho Imrahil— el camino que desde allí conduce al paso
entre las cumbres sea una vía de ataque al Señor Oscuro más accesible que la
puerta del Norte.
Pero Gandalf se había opuesto terminantemente, no sólo a causa de los