Page 231 - El Retorno del Rey
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los hobbits, salvo a corta distancia. Entre todos los esclavos del Señor Oscuro, sólo
      los Nazgûl hubieran podido ponerlo en guardia contra el peligro que se arrastraba,
      pequeño pero indomable, hacia el corazón mismo del bien resguardado territorio.
      Pero  los  Nazgûl  y  sus  alas  negras  estaban  ausentes  del  reino,  cumpliendo  la
      misión  que  les  había  sido  encomendada:  la  de  acechar,  muy  lejos  de  allí,  la
      marcha de los Capitanes del Oeste, y hacia ellos se volvía el pensamiento de la
      Torre Oscura.
        Aquel día Sam creyó ver en su amo una nueva fuerza, más de lo que podía
      justificar el aligeramiento casi insignificante de la carga. Durante las primeras
      etapas progresaron más rápidamente de lo que Sam se había atrevido a esperar.
      Aunque el terreno era escabroso y hostil, avanzaron mucho, y la montaña se veía
      cada vez más próxima. Pero con el correr del día, cuando la escasa luz empezó a
      declinar, Frodo volvió a encorvarse, y a tropezar, como si el reiterado esfuerzo
      hubiese consumido todas las energías que le quedaban.
        En el último alto se dejó caer y dijo:
        —Tengo sed, Sam. —Y no volvió a pronunciar palabra.
        Sam le hizo beber un largo sorbo de agua; ahora en la botella quedaba sólo
      otro trago. Sam no bebió, pero más tarde, cuando de nuevo cayó sobre ellos la
      noche de Mordor, el recuerdo del agua se le apareció una y otra vez; y cada
      arroyuelo, cada río, cada manantial que había visto en su vida, a la sombra verde
      de  los  sauces  o  centelleante  al  sol,  danzaba  y  se  rizaba  en  la  oscuridad,
      atormentándolo. Sentía en los dedos de los pies la caricia refrescante del barro
      cuando chapoteaba en el Lago de Delagua con Alegre Coto y Tom y Nipo, y con
      la hermana de ellos, Rosita. « Pero hace añares de esto» , suspiró, « y tan lejos de
      aquí. El camino de regreso, si lo hay pasa por la montaña» .
        No  podía  dormir,  y  discutió  consigo  mismo.  « Y  bien,  veamos,  nos  ha  ido
      mejor  de  lo  que  esperabas» ,  dijo  con  firmeza.  « En  todo  caso,  fue  un  buen
      comienzo.  Me  parece  que  hemos  recorrido  la  mitad  del  camino,  antes  de
      detenernos. Un día más, y asunto terminado.»  Hizo una pausa.
        « No seas tonto, Sam Gamyi» , se respondió con su propia voz. « Él no podrá
      continuar como hasta ahora un día más, y eso si puede moverse. Y tampoco tú
      podrás seguir así mucho tiempo, si le das a él toda el agua, y casi todo lo que
      queda para comer.»
        « Todavía puedo seguir un largo trecho, y lo haré.»
        « ¿Hasta dónde?»
        « Hasta la montaña, naturalmente.»
        « ¿Pero entonces, Sam Gamyi, entonces qué? Cuando llegues allí ¿qué vas a
      hacer? Él solo no podrá conseguir nada.»
        Sam  comprendió  desconsolado  que  para  esa  pregunta  no  tenía  respuesta.
      Frodo nunca le había hablado mucho de la misión, y Sam sabía vagamente que
      de algún modo había que arrojar el Anillo al fuego. « Las Grietas del Destino» ,
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