Page 302 - El Retorno del Rey
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El saneamiento de la Comarca
H abía caído la noche cuando, empapados y rendidos de cansancio, los viajeros
llegaron por fin al puente del Brandivino. Lo encontraron cerrado: en cada una de
las cabeceras del puente se levantaba una gran puerta enrejada coronada de
púas; y vieron que del otro lado del río habían construido algunas casas nuevas:
de dos plantas, con estrechas ventanas rectangulares, desnudas y mal iluminadas,
todo muy lúgubre, y para nada en consonancia con el estilo característico de la
Comarca.
Golpearon con fuerza la puerta exterior y llamaron a voces, pero al principio
no obtuvieron respuesta; de pronto, ante el asombro de los recién llegados,
alguien sopló un cuerno, y las luces se apagaron en las ventanas. Una voz gritó en
la oscuridad:
—¿Quién llama? ¡Fuera! ¡No pueden entrar! ¿No han leído el letrero:
Prohibida la entrada entre la puesta y la salida del sol?
—No podemos leer el letrero en la oscuridad —respondió Sam a voz en
cuello—. Y si en una noche como ésta, hobbits de la Comarca tienen que
quedarse fuera bajo la lluvia, arrancaré tu letrero tan pronto como lo encuentre.
En respuesta, una ventana se cerró con un golpe, y una multitud de hobbits
provistos de linternas emergió de la casa de la izquierda. Abrieron la primera
puerta y algunos de ellos se acercaron al puente. El aspecto de los viajeros
pareció amedrentarlos.
—¡Acércate! —dijo Merry, que había reconocido a uno de los hobbits—. ¿No
me reconoces, Hob Guardacercas? Soy yo, Merry Brandigamo, y me gustaría
saber qué significa todo esto, y qué hace aquí un Gamuno como tú. Antes estabas
en la Puerta del Cerco.
—¡Misericordia! ¡Si es el señor Merry, y en uniforme de combate! —
exclamó el viejo Hob—. ¡Pero cómo, si decían que estaba muerto!
Desaparecido en el Bosque Viejo, eso decían. ¡Me alegro de verlo vivo, de todos
modos!
—¡Entonces acaba de mirarme boquiabierto espiando entre los barrotes, y
abre la puerta! —dijo Merry.
—Lo siento, señor Merry, pero tenemos órdenes.
—¿Ordenes de quién?
—Del Jefe, allá arriba, en Bolsón Cerrado.
—¿Jefe? ¿Jefe? ¿Te refieres al señor Otho? —preguntó Frodo.
—Supongo que sí, señor Bolsón; pero ahora tenemos que decir « el Jefe» ,
nada más.
—¡De veras! —dijo Frodo—. Bueno, me alegro al menos que haya
prescindido de Bolsón. Pero ya es hora de que la familia se encargue de él y lo