Page 396 - El Retorno del Rey
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entrarás en Khazad-dûm. Sólo yo he mirado a través de la sombra de las Puertas.
Más allá de la sombra te espera todavía el Daño de Durin. El mundo ha de
cambiar y algún otro poder que no es el nuestro ha de acudir antes que el Pueblo
de Durin llegue a entrar en Moria otra vez.
Así fue que después de Azanulbizar los Enanos se dispersaron de nuevo. Pero
primero, con gran trabajo, despojaron a todos sus muertos para que no vinieran
los Orcos y no les sacaran las armas y cotas de malla. Se dice que todos los
Enanos que abandonaron el campo de batalla iban agobiados bajo un gran peso.
Luego levantaron muchas piras y quemaron todos los cuerpos de sus parientes.
Hubo muchos árboles derribados en el valle, que en adelante quedó desnudo, y
las emanaciones de la quema se vieron desde Lórien. [22]
Cuando de los terribles fuegos quedaron cenizas, los aliados volvieron a sus
propios países, y Dáin Pie de Hierro condujo al pueblo de Náin de regreso a las
Colinas de Hierro. Entonces, de pie junto a los restos de la gran hoguera, Thráin
le dijo a Thorin Escudo de Roble:
—¡Algunos pensarán que esta cabeza se pagó cara! Cuando menos, hemos
dado nuestro reino por ella. ¿Volverás conmigo al yunque? ¿O mendigarás tu pan
en puertas orgullosas?
—Al yunque —respondió Thorin—. El martillo por lo menos mantendrá los
brazos fuertes hasta que puedan blandir otra vez instrumentos más afilados.
De modo que Thráin y Thorin, con los que quedaban de sus seguidores (entre
los que se contaban Balin y Glóin), volvieron a las Tierras Brunas, y poco
después se mudaron y erraron por Eriador, hasta que levantaron un hogar en el
exilio al este de las Ered Luin, más allá del Lune. De hierro era la mayor parte
de las cosas que forjaron en aquellos días, pero en cierto modo prosperaron, y
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poco a poco fueron creciendo en número. Pero, como había dicho Thrór, el
Anillo necesitaba oro para hacer oro, y de ese o de cualquier otro metal precioso
tenían muy poco o nada.
De este Anillo algo ha de decirse aquí. Los Enanos del Pueblo de Durin
pensaban que era el primero de los Siete en haber sido forjado; y dicen que le
fue dado al Rey de Khazad-dûm, Durin III, por los herreros élficos, y no por
Sauron, aunque sin la menor duda había puesto en él un poder maligno, pues
había ayudado en la forja de todos los Siete. Pero los poseedores del Anillo no lo
exhibían ni hablaban de él, y rara vez lo cedían en tanto no sintieran que se
acercaba la muerte, para que otros no supiesen dónde se guardaba. Algunos
creían que había quedado en Khazad-dûm, en las tumbas secretas de los reyes, si
no había sido descubierto y robado; pero entre la parentela del Heredero de
Durin se creía (erróneamente) que Thrór lo había llevado puesto cuando
regresara allí de prisa. Qué había sido entonces de él, lo ignoraban. No fue