Page 479 - El Retorno del Rey
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L a palabra troll se utilizó para traducir la Sindarin Torog. En un principio, mucho
      tiempo  atrás,  en  el  crepúsculo  de  los  Días  Antiguos,  éstas  eran  criaturas  de
      naturaleza  torpe  y  estúpida,  y  no  tenían  más  lenguaje  que  las  bestias.  Pero
      Sauron las utilizó, enseñándoles lo poco que podían aprender y acrecentándoles la
      inteligencia  con  maldad.  Por  tanto,  los  Trolls  tomaban  el  lenguaje  que  podían
      aprender  de  los  Orcos;  y  en  las  Tierras  Occidentales  los  Trolls  de  Piedra
      hablaban una forma corrompida de la Lengua Común.
        Pero a fines de la Tercera Edad apareció en el sur del Bosque Negro y en las
      fronteras montañosas de Mordor una raza de Trolls nunca vista antes. Olog-hai se
      llamaban  en  Lengua  Negra.  Que  Sauron  los  hubiera  criado,  nadie  lo  dudaba,
      aunque no se sabía a partir de qué cepa. Algunos sostenían que no eran Trolls,
      sino Orcos gigantes; pero los Olog-hai eran en cuerpo y mente muy distintos aun
      de  los  más  grandes  de  los  Orcos,  a  quienes  sobrepasaban  en  tamaño  y  poder.
      Eran Trolls, pero llenos de la mala voluntad de su amo: una raza feroz, fuerte,
      ágil, salvaje y astuta, pero más dura que la piedra. A diferencia de la antigua raza
      del  Crepúsculo,  podían  soportar  el  Sol  en  tanto  los  dominara  la  voluntad  de
      Sauron. Hablaban poco, y la única lengua que conocían era la Lengua Negra de
      Barad-dûr.





                        Enanos
      L os Enanos constituyen una raza aparte. De su extraño comienzo y por qué son
      semejantes a los Elfos y a los Hombres y a la vez difieren de ellos, lo cuenta el
      Silmarillion; pero de esta historia los Elfos menores de la Tierra Media no tenían
      conocimiento,  mientras  que  las  historias  de  Hombres  posteriores  se  confunden
      con memorias de otras razas.
        Constituyen en su mayoría una raza persistente, grave, reservada, laboriosa,
      que no olvida las injurias (ni los actos de bondad), amantes de la piedra, de las
      gemas, de las cosas que cobran forma en sus manos de artesanos, más que de las
      cosas  con  vida  propia.  Pero  no  son  malos  por  naturaleza,  y  pocos  son  los  que
      sirvieron  al  Enemigo  por  libre  voluntad,  sea  lo  que  fuere  lo  alegado  por  los
      Hombres. Porque los Hombres de antaño codiciaban los tesoros y las obras de los
      Enanos, y hubo enemistad entre ambas razas.
        Pero en la Tercera Edad, y en muchos lugares, había aún gran amistad entre
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