Page 78 - El Retorno del Rey
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Gondor ¿qué harías, maese Meriadoc, por muy paje de armas que seas, y aún
      mucho más grande de corazón que de estatura?
        —En  cuanto  a  eso  ¿quién  puede  saberlo?  —respondió  Merry—.  Pero
      entonces, Señor, ¿por qué me aceptasteis como paje de armas, si no para que
      permaneciera  a  vuestro  lado?  Y  no  me  gustaría  que  las  canciones  no  dijeran
      nada de mí sino que siempre me dejaban atrás.
        —Te  acepté  para  protegerte  —respondió  Théoden—,  y  también  para  que
      hagas lo que yo mande. Ninguno de mis jinetes podrá llevarte como carga. Si la
      batalla se librase a mis puertas, tal vez los hacedores de canciones recordaran tus
      hazañas;  pero  hay  cien  leguas  de  aquí  a  Mundburgo,  donde  Denethor  es  el
      soberano. Y no diré una palabra más.
        Merry se inclinó, y se alejó tristemente, contemplando las filas de jinetes. Ya
      las compañías se preparaban para la partida: los hombres ajustaban las correas,
      examinaban  las  sillas,  acariciaban  a  los  animales;  algunos  observaban  con
      inquietud el cielo cada vez más oscuro. Un jinete se acercó al hobbit, y le habló
      al oído.
        —Donde  no  falta  voluntad,  siempre  hay  un  camino,  decimos  nosotros  —
      susurró—, y yo mismo he podido comprobarlo. —Merry lo miró, y vio que era
      el jinete joven que le había llamado la atención esa mañana—. Deseas ir a donde
      vaya el señor de la Marca: lo leo en tu rostro.
        —Sí —dijo Merry.
        —Entonces  irás  conmigo  —dijo  el  jinete—.  Te  llevaré  en  la  cruz  de  mi
      caballo, debajo de mi capa hasta que estemos lejos, en campo abierto, y esta
      oscuridad sea todavía más densa. Tanta buena voluntad no puede ser desoída. ¡No
      digas nada a nadie, pero ven!
        —¡Gracias, gracias de veras! —dijo Merry—. Os agradezco, señor, aunque
      no sé vuestro nombre.
        —¿No lo sabes? —dijo en voz baja el jinete—. Entonces llámame Dernhelm.
      Así  pues,  cuando  el  rey  partió,  Meriadoc  el  hobbit  iba  sentado  delante  de
      Dernhelm,  y  el  gran  corcel  gris  Hoja  de  Viento  casi  no  sintió  la  carga,  pues
      Dernhelm,  aunque  ágil  y  vigoroso,  pesaba  menos  que  la  mayoría  de  los
      hombres.
        Cabalgaron en una oscuridad cada vez más densa, y esa noche acamparon
      entre los saucedales, en la confluencia del Nevado con el Entaguas, doce leguas
      al este de Edoras. Y luego cabalgaron de nuevo a través del Folde; y a través de
      la  Frontera  de  los  Pantanos,  mientras  a  la  derecha  grandes  bosques  de  robles
      trepaban por las laderas de las colinas a la sombra del oscuro Halifirien, en los
      confines  de  Gondor;  pero  a  lo  lejos,  a  la  izquierda,  una  bruma  espesa  flotaba
      sobre  las  ciénagas  que  alimentaban  las  bocas  del  Entaguas.  Y  mientras
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