Page 73 - El Retorno del Rey
P. 73
protegidos detrás de las murallas que fuera de ellas.
—Pero el Señor Denethor sabe que somos un pueblo más apto para combatir
a caballo y en campo abierto, y que vivimos dispersos y necesitamos cierto
tiempo para reunir a nuestros jinetes. ¿No es verdad, Hirgon, que el Señor de
Minas Tirith sabe más de lo que da a entender en su mensaje? Porque ya
estamos en guerra, como tú mismo has visto, y tu llegada nos encuentra en parte
preparados. Gandalf el Gris estuvo entre nosotros, y ahora mismo nos
acantonamos para combatir en el Este.
—Lo que el Señor Denethor puede conocer o adivinar de todas estas cosas, no
lo sé decir —respondió Hirgon—. Pero nuestra situación es realmente
desesperada. Mi señor no os envía ninguna orden, os pide solamente que
recordéis una antigua amistad y unos juramentos pronunciados hace mucho
tiempo; y que por vuestro propio bien hagáis todo cuanto esté a vuestro alcance.
Hemos sabido que muchos reyes han venido del Este al servicio de Mordor.
Desde el Norte hasta el campo de Dagorlad hay escaramuzas y rumores de
guerra. En el Sur, los Haradrim avanzan: en todas nuestras costas ha cundido el
miedo, de suerte que poca o ninguna ayuda contamos recibir de allí. ¡Daos prisa!
Es el destino de nuestro tiempo lo que se decidirá delante de los muros de Minas
Tirith, y si la marea no es contenida ahora inundará los campos fértiles de Rohan,
y entonces ni aun este refugio en las montañas será un abrigo para nadie.
—Son tristes noticias —dijo Théoden—, mas no del todo inesperadas. Dile a
Denethor que aun cuando Rohan no corriese peligro alguno, igualmente
acudiríamos en su auxilio. Pero hemos tenido muchas bajas en nuestras batallas
con el traidor Saruman, y como bien lo demuestran las noticias que él mismo nos
envía, no podemos descuidar las fronteras del norte y del este. El Señor Oscuro
parece disponer ahora de un poder tan enorme que no sólo podría contenernos
ante los muros de la Ciudad, sino también golpear con gran fuerza del otro lado
del río, más allá de la Puerta de los Reyes.
» Pero no hablemos más de los consejos que dictaría la prudencia.
Acudiremos. La revista de las tropas ha sido convocada para mañana. En cuanto
todo esté en orden, partiremos. Diez mil lanzas hubiera podido enviar a través de
la llanura para consternación de vuestros enemigos. Ahora serán menos, me
temo; no dejaré todas mis fortalezas indefensas. No obstante, seis mil jinetes me
seguirán. Pues habrás de decirle a Denethor que en esta hora el Rey de la Marca
en persona descenderá al País de Gondor, aunque quizá no regrese. Pero el
camino es largo, y es preciso que hombres y bestias lleguen a destino con fuerzas
para combatir. Tal vez dentro de una semana, a contar de mañana por la mañana,
oigáis llegar desde el norte el clamor de los Hijos de Eorl.
—¡Una semana! —dijo Hirgon—. Si no puede ser antes, que así sea. Pero es
probable que dentro de siete días no encontréis nada más que muros en ruinas, a
menos que nos llegue algún socorro inesperado. En todo caso, alcanzaréis a