Page 88 - El Retorno del Rey
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te engañas. Boromir habría extendido la mano para tomarlo y ni bien lo hubiera
tocado, estaría perdido sin remedio. Lo habría guardado para él, y cuando viniera
aquí, no hubieras reconocido a tu hijo.
El semblante de Denethor se contrajo en un rictus frío y duro.
—Encontraste que Boromir era menos dúctil en tus manos, ¿no es verdad? —
dijo con voz suave—. Pero yo que era su padre digo que me lo hubiera traído.
Serás sabio, Mithrandir, pero pese a tus sutilezas no eres dueño de toda la
sabiduría. No siempre los consejos han de encontrarse en los artilugios de los
magos o en la precipitación de los locos. En esta materia mi sabiduría y mi
prudencia son más altas de lo que imaginas.
—¿Y qué te dice la prudencia?
—Lo suficiente como para saber que es necesario evitar dos locuras.
Utilizarlo es peligroso. Y en un momento como éste, enviarlo al país mismo del
enemigo en las manos de un mediano sin inteligencia, como lo has hecho tú, tú y
este hijo mío, es un disparate.
—¿Y qué habría hecho el Señor Denethor?
—Ni una cosa ni la otra. Pero con toda seguridad y contra todo argumento, no
lo habría entregado a los azares de la suerte, una esperanza que sólo cabe en la
mente de un loco, y arriesgarnos así a una ruina total, si el enemigo lo recupera.
No, hubiera sido necesario guardarlo, esconderlo: ocultarlo en un sitio secreto y
oscuro. No hablo de utilizarlo, no, salvo en caso de extrema necesidad, pero sí
ponerlo fuera de su alcance, a menos que sufriéramos una derrota tan definitiva
que lo que pudiese acontecemos nos fuera indiferente, pues estaríamos muertos.
—Como es tu costumbre, Monseñor, sólo piensas en Gondor —dijo Gandalf
—. Sin embargo, hay otros hombres, y otras vidas y tiempos por venir. Y yo por
mi parte, compadezco incluso a los esclavos del enemigo.
—¿Y dónde buscarán ayuda los otros hombres, si Gondor cae? replicó
Denethor. Si yo lo tuviese ahora aquí, guardado en las bóvedas profundas de esta
ciudadela, no estaríamos temblando de terror bajo esta oscuridad, temiendo lo
peor, y nada entorpecería nuestras decisiones. Si no me crees capaz de soportar
la prueba, es porque aún no me conoces.
—Sin embargo, no te creo capaz —dijo Gandalf—. Si hubiera confiado en ti,
te lo hubiera enviado para que lo tuvieras aquí, bajo tu custodia, con lo que habría
ahorrado muchas angustias, a mí y a otros. Y ahora, oyéndote hablar, confío
menos aún, no más que en Boromir. ¡No, refrena tu ira! En este caso ni en mí
mismo confío: me fue ofrecido como regalo y lo rechacé. Eres fuerte, Denethor,
y capaz aún de dominarte en ciertas cosas; pero si lo hubieras recibido, te habría
derrotado. Aunque estuviese enterrado en las raíces mismas del Mindolluin, te
consumiría la mente a medida que vieras crecer la oscuridad, y las cosas peores
aún que no tardarán en caer sobre nosotros.
Los ojos de Denethor relampaguearon otra vez por un momento, y Pippin