Page 137 - La Traición de Isengard
P. 137

del palacio del Rey Elfo.
        —¡Vamos, vamos! —intervino Gandalf—. ¡No lo interrumpas! Aquello fue
      un lamentable malentendido.
        —En los días buenos, lo llevábamos a pasear por el bosque —continuó Galdor
      —;  había  un  gran  árbol,  apartado  de  los  demás,  al  que  le  gustaba  trepar.  A
      menudo  le  dejábamos  hacerlo  para  que  pudiera  sentir  el  aire  libre,  pero
      manteníamos una guardia en la base. Un día no quiso bajar, y los guardias, que
      no deseaban tener que subir a buscarlo (podía aferrarse a las ramas con los pies
      igual  que  con  las  manos),  se  sentaron  a  esperarlo  en  el  crepúsculo.  Fue  esa
      misma  noche  de  verano,  bajo  una  luna  clara,  que  los  Orcos  cayeron  sobre
      nosotros. Después de cierta lucha, los repelimos; mas cuando la batalla acabó,
      descubrimos  que  Gollum  había  desaparecido,  junto  con  los  guardias.  Parece
      claro que el ataque se preparó para su rescate, y que él lo conocía de antemano,
      aunque  no  sabemos  cómo.  Fracasamos  en  volver  a  capturarlo.  Dimos  con  su
      rastro y con el de algunos Orcos, y parecía adentrarse en el Bosque Negro hada
      el sur y el oeste; pero poco después, ya no fuimos capaces de descubrirlo ni con
      nuestra habilidad, y tampoco nos atrevimos a continuar la persecución, pues nos
      estábamos acercando a las Montañas del Bosque Negro en el corazón del bosque,
      y éstas se an convertido en algo maligno, por lo que hemos dejado de ir Por allí.
        —¡Vaya,  vaya!  —exclamó  Gandalf—.  Se  ha  escapado,  y  ahora  no
      disponemos de tiempo ni de la oportunidad de ir de nuevo [142] en su busca. Es
      evidente que el Enemigo lo quiere. ¿Para qué?, es algo que quizá descubramos
      cuando sea el momento, bueno o malo. [143]  Todavía tenía algunas esperanzas de
      curarlo; aunque resulta obvio que él no deseaba que lo curaran.
        —Pero ahora nuestra historia se aleja y se remonta al pasado —dijo Elrond
      [> Gandalf]—. [Dirección  aquí  para  la  inserción  de  un  anexo  aún  inexistente;
      pero véase p. 150.] En los días que siguieron a los Días Antiguos después de la
      caída  de  Númenor,  los  hombres  de  Oesternesse  llegaron  a  las  playas  de  las
      Grandes Tierras, tal como aún se registra en la historia y la leyenda [> en el
      saber popular]. De sus reyes, Elendil era el jefe, y sus barcos subieron por el
      gran río que nace en las Tierras Ásperas [en el margen, tachado a lápiz: A este río
      lo llaman Sirvinya,  Nuevo  Sirion.]  y  se  une  al  Mar  del  Oeste  en  la  Bahía  de
      [Ramathor Ramathir >] Belfalas. En aquella tierra establecieron un reino [> en la
      tierra alrededor de su curso más bajo él estableció un reino]; y la [> su] ciudad
      fue  Osgiliath,  la  Fortaleza  de  las  Estrellas,  por  cuyo  centro  fluía  el  río.  Pero
      también  se  establecieron  otros  sitios  fuertes  sobre  las  colmas,  a  ambas  orillas:
      Minas Ithil, la Torre de la Luna, en el Oeste, y Minas Anor, la Torre del Sol, en el
      Este [> Minas Ithil, la Torre de la Luna Naciente, en el Este, y Minas Anor, la
      Torre del Sol Poniente, en el Oeste].
        » Y  estas  ciudades  fueron  gobernadas  por  los  hijos  de  Elendil:  Ilmandur
   132   133   134   135   136   137   138   139   140   141   142