Page 202 - La Traición de Isengard
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pasadizo. Gandalf se asomó un instante. Las flechas volaron siseando y silbando
      cuando retrocedió de un salto.
        —Hay  trasgos,  muchos  —dijo—.  Y  algunos  son  corpulentos  y  malvados:
             [250]
      Orcos negros.   No se han decidido a atacar todavía, pero hay algo más ahí.
      Un troll, creo, o más de uno. No hay esperanzas de poder escapar por ese lado.
        —Y ninguna esperanza si también vienen por la otra puerta —dijo Boromir.
        —Pero no se oye nada afuera —dijo Trotter, que estaba de pie junto a la
      entrada del este, escuchando—. El pasadizo de este lado da directamente a unas
      escaleras:  no  lleva  [?  probab(lemente)]  de  vuelta  a  la  sala.  Nuestra  única
      posibilidad  es  agruparnos  aquí.  Le  causaremos  todo  el  daño  posible  a  los
      atacantes, y luego huiremos escalones abajo. Si tan sólo pudiéramos bloquear la
      puerta al marcharnos, pero las dos se abren hacia dentro.
        Unos pies pesados resonaron en el corredor. Boromir apartó de una patada las
      cuñas de la puerta oeste y la empujó con el hombro. [251]  Retrocedieron hacia la
      puerta oriental todavía abierta, primero Pippin y Merry; luego, Legolas, Frodo
      con Sam a su lado, Boromir, Trotter y, por último, Gandalf. Pero aún no tenían
      ninguna posibilidad de escapar. Un golpe estremeció la puerta; enseguida empezó
      a  abrirse,  rechinando  y  desplazando  las  cuñas.  Un  hombro  y  un  brazo
      voluminosos, de piel oscura, [227] escamosa y verde (o enfundada en una malla
      horrible), aparecieron en la abertura, ensanchándola. Luego, un pie grande de es
      dedos también empujó. Afuera había un silencio de muerte.
        Boromir saltó hacia adelante y lanzó un mandoble contra el brazo, [252]   pero
      la espada se desvió a un lado y se le cayó de la mano temblorosa. La hoja estaba
      mellada.
        De pronto, y muy inesperadamente, Frodo sintió que una cólera ardiente le
      inflamaba el corazón.
        —¡La Comarca! —gritó, y salió corriendo para descargar a Dardo contra el
      pie  espantoso.  Se  oyó  un  aullido,  y  el  pie  se  retiró  bruscamente,  casi
      arrancándole  la  espada  de  la  mano.  Unas  gotas  chorrearon  de  la  hoja  y
      humearon en el suelo.
        —¡Un tanto para la Comarca! —gritó Trotter encantado—. Tienes una buena
      espada, Frodo hijo de Drogo.
        Sam dio la impresión de que por primera vez le caía bien Trotter. Un golpe
      resonó,  y  luego  otro:  estaban  arrojando  rocas  contra  la  puerta  con  enorme
      fuerza. Se tambaleó hacia atrás y la abertura se ensanchó. Las flechas llegaron
      silbando,  pero  fueron  a  dar  contra  la  pared  del  norte  y  cayeron  al  suelo.  Los
      cuernos sonaron de nuevo, se oyeron unos pies presurosos y los orcos entraron
      saltando en la cámara.
        Entonces,  Legolas  empleó  el  arco.  Dos  cayeron  con  las  gargantas
      atravesadas. La espada de Elendil abatió a otros. [253]   Boromir repartió golpes a
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