Page 203 - La Traición de Isengard
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diestra y siniestra, y los orcos [?temieron] su espada. Uno que se había lanzado
bajo su brazo fue partido en dos… por el hacha de Gimli. Mataron a trece orcos
y el resto huyó.
—Ahora es el momento —dijo [Trotter >] Gandalf—, antes de que vuelva el
jefe de los Trolls con más. ¡Vamos!
Pero mientras aún retrocedían, un enorme jefe orco, casi de la altura de un
hombre, vestido con malla negra de la cabeza a los pies, atravesó la puerta de un
salto. Detrás de él, pero todavía sin atreverse a avanzar, se apretaban muchos
seguidores. Sus ojos eran como carbones. Esgrimía una larga lanza. Boromir, que
se encontraba en la retaguardia, se volvió, pero con un golpe de escudo el orco
desvió su espada y con enorme fuerza 1o hizo retroceder, tirándolo al suelo.
Entonces, saltando con la velocidad de una serpiente cargó apuntando a Frodo
con su lanza. El golpe le alcanzó en el lado derecho y lo arrojó contra [228] la
pared, donde quedó inmóvil. Sam con un grito quebró de hachazo la lanza. … aún
estaba el orco dejando caer el asta y sacando la cimitarra cuando la espada de
Elendil se abatió sobre el yelmo. Hubo un resplandor como una llama y el yelmo
explotó. El jefe orco cayó con la cabeza hendida. Sus seguidores que estaban…
ahora cerca de la puerta abierta, huyeron dando gritos. Bum, bum, continuaban
los ruidos allá en el Abismo. La voz sonora volvió a escucharse.
—¡Ahora! —gritó Gandalf—. ¡Es nuestra última posibilidad!
Recogió a Frodo y atravesó de un salto la puerta oriental Los otros le
siguieron. Trotter, el último en salir, tiró de la puerta a su espalda. Tenía a cada
lado un gran anillo de hierro pero no se veía ninguna cerradura.
—Me encuentro bien —jadeó Frodo—. ¡Bájame!
Gandalf casi lo dejó caer por el asombro.
Sin tachar este último pasaje, mi padre de inmediato se dedicó a reescribirlo:
—¡Ahora! —gritó Gandalf—. ¡Es nuestra última posibilidad!
Trotter recogió a Frodo y atravesó de un salto la puerta oriental. Incluso en el
fragor de la batalla Gimli se inclinó ante la tumba de Balin. Boromir tiró de la
puerta: tenía a cada lado un gran anillo de hierro, pero no se veía la llave y la
cerradura estaba rota.
—Me encuentro bien —jadeó Frodo—. ¡Bájame!
Trotter casi lo dejó caer por el asombro.
—Pensé que estabas muerto —exclamó.
—No todavía —dijo Gandalf, dando media vuelta—. Pero no hay tiempo
[tachado: para contar (sc. heridas)]. [254] ¡Bajad por esas escaleras y tened
cuidado! Esperadme unos momentos y, luego, corred: id a la derecha y al sur.
Mientras descendían por la escalera oscura vieron el débil resplandor de la
vara del mago. Estaba todavía de guardia junto a la puerta cerrada. Frodo,