Page 246 - La Traición de Isengard
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todo antes de haber puesto el nuevo texto en su lugar. Aquí y allá se mantuvieron
fragmentos del texto original donde no fue borrado, sino sobreescrito, se puede
distinguir un nombre o una frase. No hubo un gran intervalo entre las dos formas
del texto; en cualquier caso, mi padre quizá reescribiera toda esta sección debido
principalmente a que era casi ilegible.
Recorrieron muchos senderos y subieron muchas escaleras hasta que ante
ellos vieron una fuente en un amplio jardín. El agua saltaba alta en el aire y caía
en un ancho pilón de plata desde el cual desbordaba en un arroyo plateado colina
abajo. Al lado se elevaba un árbol grande. Al pie se erguían tres elfos altos.
Estaban vestidos con mallas grises y de sus hombros colgaban unas capas largas
y blancas.
[332]
—Aquí moran Keleborn y Galadriel, el Señor y la Dama de los
Galadrim —dijo Halldir—. [333] Es deseo de ellos que subáis y les habléis.
Uno de los guardias elfos tocó una nota clara en un cuerno pequeño, y desde
lo alto bajaron una escala.
—Iré primero —dijo Haldir—. Que luego venga el hobbit jefe, y con él
Legolas. Los otros pueden seguir en el orden que deseen. Es una larga subida,
pero podéis descansar de vez en cuando.
Mientras subía, Frodo vio muchos flets pequeños a este lado o al otro, y
algunos con cuartos en ellos; pero a unos cien pies del suelo llegaron a un flet que
era muy ancho, parecido al puente de un navío. En él había una casa tan grande
que en tierra hubiese podido servir de habitación a los hombres. Entró detrás de
Haldir, y descubrió que estaba en una cámara ovalada, y en el medio pasaba el
tronco del gran árbol. Lo iluminaba una suave luz dorada. Había muchos elfos
sentados. El techo era de oro pálido, las paredes de verde y plata. En dos asientos
en el extremo más alejado se sentaban uno al lado del otro el Señor y la Dama
de Lothlórien. Parecían altos incluso sentados, y sus cabellos eran blancos y
largos. [334] No dijeron ni una palabra ni se movieron, pero les brillaban los ojos.
Haldir condujo a Frodo y a Legolas ante ellos, y el Señor les dio la
bienvenida, pero la Dama Galadriel no dijo nada, y contempló largamente sus
caras. [289]
—Siéntate, Frodo de la Comarca —dijo Keleborn—. Esperaremos a los
demás. —Saludó cortésmente a cada uno de los coníferos a medida que entraron,
llamándolos por sus nombres—. ¡Bienvenido, Ingold hijo de Ingrim! [335] —dijo
—. Tu nombre e es conocido, aunque jamás en todos tus viajes has buscado mi
casa. ¡Bienvenido, Gimli hijo de Glóin! Está casi borrado del recuerdo la última
vez que viéramos a alguien del pueblo de Durin en Caras Galadon. Pero hoy
hemos roto esa antigua ley: que sirva como anuncio de que aunque el mundo es
oscuro, mejores cosas vendrán, y la amistad volverá a crecer entre nuestros