Page 251 - La Traición de Isengard
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descansaréis esta noche y las noches venideras. Aquella noche durmieron en el
      suelo, pues se hallaban a salvo dentro de las paredes de Caras Galadon. Los Elfos
      les prepararon un pabellón entre los árboles próximos a la fuente, y durmieron
      hasta que  la  luz  del  día se  extendió  plena.  Todo el  tiempo  que  se  quedaron  en
      Lothlórien brilló el sol y el clima estuvo despejado y fresco, como si fuera el
      principio [294]  de  la  primavera  y  no  se  encontraran  en  medio  del  invierno.
      Hicieron poca cosa más que descansar y pasear entre los árboles, y comer y
      beber las delicias que los Elfos les daban. Poco conversaron con los otros, ya que
      casi nadie hablaba otra lengua que no fuera la del bosque. Hathaldir había partido
      hacia las defensas del Norte. Legolas estaba todo el día con los Elfos. [adición
      marginal escrita al mismo tiempo que el texto: Sólo Frodo y Piedra de Elfo iban
      mucho con los Elfos. Los observaban mientras trabajaban tejiendo las cuerdas de
      fibra  plateada  de  la  corteza  del  árbol  mallorn,  durante  la  [?  preparación]  de
      flechas, bastidores y carpintería.]
        Hablaron bastante de Gandalf, y a medida que se curaban las heridas y el
      cansancio del cuerpo, el dolor de su pérdida pareció más amargo. Hasta los Elfos
      de Lothlórien parecían sentir la sombra de esa caída. A menudo oían cerca de
      ellos a los elfos cantar, y supieron que escribieron canciones de lamento por el
      viajero gris [escrito arriba: peregrino], como ellos lo llamaban, Mithrandir. [346]
      Pero si Legolas se encontraba presente no las traducía, diciendo que se hallaba
      más allá de su habilidad. Las voces sonaban muy dulces y tristes, y las palabras
      les hablaban de pesar a sus corazones aunque sus mentes no las entendieran. [347]
        Al anochecer del tercer día Frodo estaba paseando bajo el fresco crepúsculo,
      lejos de los demás. De repente vio venir hacia él a la Dama Galadrien, brillando
      blanca  entre  los  troncos.  Ella  no  le  habló,  pero  le  indicó  que  se  acercara.
      Volviéndose, lo condujo hasta el lado sur de la ciudad donde cruzaron una puerta
      que había en una pared verde, entrando en un entorno parecido a un jardín. No
      tenía árboles y estaba abierto al cielo, que ahora se hallaba salpicado de estrellas.
      [348]  Descendiendo por unos escalones blancos entraron en una cavidad verde,
      por la que corría una corriente de plata que nacía en la fuente de la colina. Sobre
      un pedestal esculpido como un árbol había un pilón de plata poco profundo y al
      lado un jarro. Llenó el pilón con agua de la corriente, sopló encima, y cuando el
      agua se serenó otra vez, habló:
        —He aquí el espejo de Galadrien —dijo—. ¡Mira!
        Un  temor  reverente  invadió  de  pronto  a  Frodo.  El  aire  estaba  tranquilo,  la
      cavidad oscura y la Dama Elfa alta y pálida. [295]
        —¿Qué buscaré y qué veré? —preguntó.
        —Nadie puede decirlo —contestó ella—, nadie que no sepa todo lo que hay
      en tu corazón, en tus recuerdos y en tus esperanzas. Pues este espejo muestra
      tanto el pasado como el presente, y aquello llamado futuro, hasta donde pueda
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