Page 391 - La Traición de Isengard
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respondió Gimli.
Aragorn le dio la vuelta al broche. La parte de abajo era de plata.
—Tiene marcas recientes —dijo—. Ha sido rayado con un alfiler o una punta
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afilada. ¡Mirad! Una mano ha arañado ñ H 1.
Los otros miraron con ansiedad las débiles letras.
—Hasta aquí los dos estaban vivos —dijo Gimli—. Es alentador. Nuestra
persecución no es en vano. Y al menos uno tenía libre una mano: es extraño y
quizás esperanzador.
—Pero el Portador del Anillo no estuvo aquí —dijo Aragorn—. Al menos es
lo que podemos deducir. Si algo he aprendido de estos extraños hobbits, juraría
que, de lo contrario, Merry o Pippin habrían puesto primero la F, y la F sola si el
tiempo no permitía más. Pero la elección ha sido hecha. No podemos volvernos
atrás.
Los tres compañeros descendieron por la hondonada. Abajo se encontraron
de pronto pisando los pastos de Rohan.
Creo que fue aquí, surgiendo de este momento de la narrativa, que se concibieron
los broches de Lórien; entonces se introdujeron en la [466] copia en limpio del
manuscrito de « Adiós a Lórien» (pp. 334-335). Pero resulta extraño que
Aragorn hable como si el broche fuera por fin una clara, si no definitiva, prueba
de que Frodo no era un cautivo de los Orcos, pues en el borrador de « La Partida
de Boromir» (p. había dicho: « Frodo ya no está de este lado del Río. Sólo él
podría haberse llevado la barca» ; y que sintiera que esta prueba requería cierto
refuerzo de la decisión de perseguir a los Orcos. El aplazamiento del
descubrimiento del broche de Pippin en el sitio que tiene en DT (p. 25) fue
introducido poco después en un anexo; véase p. 478.
Toda la narración en DT, desde la discusión al anochecer del primer día en las
llanuras de Rohan (27 de febrero: el segundo día de la caza) hasta la reanudación
de la marcha a la mañana siguiente (pp. 28-30) falta aquí. El texto se lee así:
… Ya no se veía ninguna señal de ellos en la extensa llanura.
Cuando la noche ya estaba avanzada, los cazadores descansaron un rato, algo
menos de tres horas. Entonces continuaron de nuevo, todo el día siguiente sin
hacer apenas una pausa. A menudo agradecían a la gente de Lórien por el regalo
de las lembas; pues podían comer y recobrar las fuerzas sin necesidad de dejar
de correr.
A medida que el tercer día [es decir, de la persecución] declinó, llegaron a
unas largas pendientes sin árboles, donde el suelo era más duro y seco y la hierba
más corta: la tierra se elevaba, a veces bajando y otras subiendo, hacia una línea
de lomas bajas y lisas que había delante. A su izquierda, el río Entaguas
serpenteaba, un hilo de plata en el suelo verde. Las moradas de los Rohiroth se