Page 86 - La Traición de Isengard
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Otro  pasaje  breve  pero  característico  de  la  narrativa,  está  claramente
      asociado con este boceto de « agosto de 1940» . Fue sustituido en el manuscrito de
      la  versión  de  la  « cuarta  etapa»   del  capítulo  IX  (« Bajo  la  enseña  del  Poney
      Pisador  (i)» )  por  aquél  en  el  que  los  jinetes  Negros  le  hablaron  a  Harry
      Madreselva,  el  guardián  de  la  puerta  en  Bree,  la  noche  del  miércoles  28  de
      septiembre (pp. 50-51), que, a su vez, fue posteriormente rechazado.
        La  lluvia  que  cayó  el  martes  sobre  el  Bosque  y  las  Quebradas  seguía
      cayendo  con  fuerza  sobre  Bree  cuando  se  hizo  de  noche.  [89]  Estaban
      encendiendo las luces en casa de Tom, [90]   cuando desde el oeste del Camino
      llegó un sonido de caballos que se acercaban. Harry Madreselva, el guardián de
      la puerta, se asomó y escudriñó la lluvia. Había estado pensando en salir para
      cerrar la puerta cuando captó el sonido de los jinetes. A regañadientes, esperó,
      deseando  haberla  cerrado  antes:  no  le  gustaba  ese  ruido.  Dos  hombres  habían
      aparecido  en  Bree  ayer  tarde, [91]   y  se  contaban  historias  descabelladas.  La
      gente se había asustado; algunos dijeron que los jinetes eran sobrenaturales, que
      los perros les ladraron y los gansos les graznaron. Sin embargo, buscaban noticias
      de hobbits fuera de la Comarca, en especial de uno llamado Bolsón. Muy raro.
        Un minuto después, Harry pensó que aún era más raro. Salió, refunfuñando
      por la lluvia, y alzando la vista al Camino creyó ver unas figuras oscuras que se
      acercaban  a  toda  velocidad,  tres,  quizá  cuatro.  Pero  de  repente  giraron  a  la
      izquierda en el Cruce de Caminos, [92]  justo detrás de la puerta, y se dirigieron
      hacia el sur por el Camino Verde; el sonido de los cascos de los caballos murió en
      el sendero cubierto de hierba.
        « ¡Cada vez más extraño!» , pensó. « Por ahí no se va a ninguna parte. ¿Quién
      se desviaría en una noche de lluvia cuando tenía delante la Posada de Bree?»
      Súbitamente, toda su espalda fue recorrida por un escalofrío. Cerró la puerta y se
      apresuró a regresar a su casa y echar el cerrojo.
        El miércoles por la tarde se tornó brumoso; sin embargo, los acontecimientos
      raros continuaron. Por el Camino Verde surgió de la niebla un grupo como no se
      había visto en Bree en muchos años: hombres extraños del Sur, consumidos y
      fatigados,  portando  cargas  pesadas.  La  mayoría  tenían  expresión  de  ser
      perseguidos,  y  parecían  demasiado  agotados  y  asustados  para  hablar;  sin
      embargo, se veía a algunos de mal humor y lenguaje soez. Causaron un gran
      revuelo en Bree.
        El día siguiente, jueves, resultó otra vez despejado y claro, con un sol cálido y
      un viento que soplaba del Este hacia el Sur. Ningún viajero atravesó la puerta en
      todo el día, pero Harry no dejó de asomarse, incluso al caer la noche.
        Esto, luego, se uniría a la siguiente parte del texto, « Estaba oscuro y brillaban
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