Page 125 - Vive Peligrosamente
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pastelillos, me parecía hallarme en mis queridos cafés vieneses, a pesar de
que el local parecía antiguo y de que estaba cubierto por una capa de
mugre.
No transcurrió mucho tiempo sin que se nos comunicara que debíamos
avanzar hacia Belgrado, y emprendí la marcha hacia la capital de
Yugoslavia. Cuando llegué a ella y pasé por sus calles en mi coche, pude
apreciar los resultados de los ataques de los "Stukas". (Por entonces tales
resultados seguían captando nuestra atención). Las calles continuaban
estando llenas de escombros; sus aceras parecían una interminable línea de
ruinas. Pero lo que más me llamó la atención fue la ausencia de soldados
alemanes en las calles de la capital. La población civil volvía a llenar calles
y plazas, pero demostraba que no quería olvidar los ataques aéreos que
acababa de sufrir su querida ciudad. Vi caras hoscas y no pude descubrir
ninguna sonrisa.
Pasamos unas cuantas semanas en las cercanías de Pancevo en
condición de tropas de ocupación, lo que nos permitió comprobar que
cuando el tiempo era bueno los caminos y las carreteras resultaban
transitables. Entablamos relaciones cordiales con la población alemana y
pasamos una temporada bastante agradable.
Todavía ignorábamos lo que nos depararía el destino en el curso de
aquel mismo año. A pesar de que todos estábamos muy a gusto en nuestro
nuevo destino, recibimos con satisfacción la orden de partida. Nuestra
División fue destinada al este de Austria. Sentí una gran alegría por poder
volver a pasar unas cuantas semanas en mi patria.
Al pisar suelo austriaco, emprendí viaje a Viena, donde hice una corta
visita a mi familia. Estaban orgullosos de mí, especialmente mi padre, que
no dejaba de mirar con admiración mi uniforme de oficial. No podía olvidar
que él era un oficial de la reserva de la primera guerra mundial y que
siempre recordaba aquellos años como una experiencia sumamente
interesante. Tenía un alto sentido del deber y menospreciaba a todos
aquellos que no cumplían con su obligación. Nunca olvidaré las palabras
que me dijo:
–Los tiempos de guerra y de penuria aumentan el deber que todo
ciudadano tiene para con su patria. Todo soldado debe cumplir fielmente
las órdenes que recibe, pero el oficial tiene la obligación de darle ejemplo
con su comportamiento y su valor. El oficial sólo tiene un deber que
cumplir, pero éste es de esencial importancia y puede resumirse en una sola
frase: "Protege a tu patria".