Page 128 - Vive Peligrosamente
P. 128

Nuestras conversaciones  giraron en torno a nuestro nuevo destino.
          Todos ignorábamos que estábamos a punto de iniciar una campaña contra
          Rusia. Hasta los más pesimistas estaban convencidos de que la meta final
          de nuestro viaje serían los pozos petrolíferos del Golfo Pérsico. Estábamos
          seguros de que Rusia "abriría sus puertas" al Ejército alemán y que, por tal
          razón, podríamos atravesar sin ninguna clase de dificultades el Cáucaso
          pudiendo llegar, de esa manera, a las fronteras del Irán.
            Discutimos sobre la posibilidad de que los pueblos árabes se pusieran de
          nuestra parte, lo que era de vital importancia para nosotros, ya que ellos
          podrían proporcionamos el carburante que necesitábamos urgentemente y
          nos facilitaba la oportunidad de ocupar sus riquísimos territorios.
            Por el contrario, otros opinaban que nos veríamos obligados a pasar por
          Turquía para poder llegar a Egipto con el fin de atacar las posiciones del
          Ejército inglés. Debo confesar que  estaba identificado con esta última
          opinión,  y,  por ello, llevaba conmigo  el libro de Lawrence "Los siete
          pilares de la sabiduría". El misterioso y lejano Oriente nos proporcionó un
          sinfín de temas de conversación durante las larguísimas horas del viaje en
          que nuestro convoy trazó un gran círculo bordeando el protectorado de
          Bohemia y Moravia hasta llegar a la Silesia superior para adentrarnos en
          Polonia.
            Dejamos el tren en Lodz  y continuamos nuestro viaje por las
          polvorientas carreteras. En una sola noche recorrimos toda la distancia que
          nos separaba del frente del Este. Fuimos concentrados a unos  cincuenta
          kilómetros del fronterizo río Bug,  al sur de la  ciudad rusa de Brest–
          Litowsk, en un pueblo campesino. La pobreza de la comarca y de las casas
          nos obligó a levantar nuestras tiendas  de campaña  en pleno bosque. Me
          sentía satisfecho por tener la oportunidad de conocer un país que no había
          visitado anteriormente.
            ¡Nunca habría podido imaginar que los hombres y las bestias pudieran
          convivir en semejante promiscuidad! Algunas viviendas tenían el establo al
          lado de la habitación común, que servía para todos los menesteres; muchas
          de ellas tenían los espacios separados solamente por una cortina. Los niños
          se criaban entre las bestias y se daba el caso de que no se hacían diferencias
          entre unos  y otras. El agua escaseaba tanto que sólo era empleada para
          guisar y dar de beber a los animales. Fue entonces, ¡sólo entonces!, cuando
          comprendí el sentido de las palabras "economía polaca".
            No tardamos mucho en comprobar que las suposiciones que habíamos
          hecho acerca de nuestro nuevo destino distaban bastante de ser acertadas,
   123   124   125   126   127   128   129   130   131   132   133