Page 132 - Vive Peligrosamente
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que nuestros movimientos eran observados por el enemigo. Al menor
descuido caía sobre nosotros una verdadera lluvia de disparos. Vi morir
ante mis ojos a varios soldados que fueron alcanzados por los proyectiles
del enemigo. Todos nuestros intentos para vencer la desesperada resistencia
de los rusos eran vanos.
Cuantas tentativas hicimos para apoderarnos de los torreones de los
fortines, fallaron; los muertos que se amontonaban ante ellos eran
testimonios claros de ello. Transcurrieron varios días antes de que
pudiéramos reducir totalmente los focos de resistencia. Los rusos lucharon
hasta el último de sus hombres. Y mi afirmación debe ser tomada al pie de
la letra.
En la estación sucedió algo parecido. Un nutrido grupo de soldados
soviéticos se hizo fuerte en los pasos subterráneos cortando todo intento
nuestro de avance. Más tarde me enteré que hubo que inundar dichos pasos,
ya que el enemigo resistía encarnizadamente, hasta el límite máximo.
Olvidamos pronto las terribles imágenes de aquella desesperada lucha.
Sin embargo, volvíamos a recordarlas cuando combatíamos de nuevo. No
tardamos en tener a nuestra disposición lo que llamamos una "autopista",
que partía de Brest–Litowsk y conducía más al Este.
Era una carretera bastante ancha, pero su firme no estaba asfaltado.
Nuestras tropas sostuvieron combate a un lado y otro de la misma,
consiguiendo avanzar con relativa facilidad. Vimos los primeros tanques
rusos en las cunetas, medio quemados. Pude apreciar que no eran tan
buenos como los nuestros, sus blindajes no parecían muy resistentes y sus
cañones no eran de un modelo moderno. También encontramos varias
piezas de artillería que habían sido abandonadas. Y nos apoderamos de los
bidones de gasolina que encontramos tirados por doquier en los campos.
Cuando llegamos al norte de Kobrin vi los primeros "koljoses" rusos.
Era, en realidad, un pueblo en el que había un inmenso almacén, donde se
podían adquirir los artículos de primera necesidad. Nuestra llegada
sorprendió a los habitantes rusos en pleno saqueo; arramblaron con todo,
incluso con las anaquelerías en las que habían estado expuestas las
mercancías, con los clavos que las sujetaban y con los cajones vacíos.
Cuando nos vieron se apresuraron a huir chillando, pero sin dejar de cargar
con sus "preciosos tesoros". Al cabo de un rato, regresaron con las manos
vacías y nos observaron desde cierta distancia; yo pensé que esperaban a
que nos marcháramos para continuar el saqueo.