Page 129 - Vive Peligrosamente
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ya que el "ambiente" nos hacía comprender que no tardaríamos mucho en
          entrar en combate. Aquello nos dejó sorprendidos; no sabíamos qué pensar.
          ¡Nunca pudimos imaginamos que llegaríamos a combatir contra la Unión
          Soviética! Sabíamos, intuíamos, que  el Pacto de  No Agresión, firmado
          entre Rusia  y Alemania,  acabaría por  ser roto un día u otro. Pero nunca
          pudimos suponer que tal cosa llegase a suceder en plena guerra.
            Aquello nos llevaba a preguntamos si nos veríamos obligados a sostener
          una guerra en dos frentes o bien si podía volver a repetirse el caso de una
          nueva "guerra relámpago".
            No pudimos menos de pensar en las inmensas extensiones de terreno de
          las inacabables estepas rusas; en el país que fue el causante del principio de
          la derrota de Napoleón, el hombre que se creyó invencible.
            No nos quedó más remedio que conformarnos con nuestra suerte, que
          esperar  el desarrollo de los acontecimientos y  prepararnos a ejecutar las
          órdenes que se nos dieran. Procuramos consolarnos pensando que el Alto
          Estado Mayor debía saber lo que  se llevaba entre  manos. Estábamos
          convencidos de que nos encontrábamos a la misma altura de nuestro colosal
          adversario; que, tal vez, el destino habría escogido a los hombres de nuestra
          generación para que derrotasen a la invencible Rusia.
            Emplazamos nuestras baterías cerca del Bug, procurando camuflarnos al
          amparo de los matorrales del campo. Aproveché los momentos de descanso
          para pasear por las márgenes del río en compañía de algunos camaradas.
          Vimos los puestos avanzados rusos en la otra orilla del río y nos parecieron
          similares a los nuestros. Fue la primera vez que vimos, alineadas a todo lo
          largo de la frontera rusa,  las altas  torres de guardia que nos llamaron la
          atención.  Nuestros centinelas se  ocultaban entre los ramajes de los altos
          árboles; pasé  muchas horas con  ellos compartiendo sus inquietudes y
          desvelos. Pudimos comprobar que los rusos, al igual que nosotros, habían
          concentrado gran número de tropas en la frontera polaca; sus posiciones,
          medio enmascaradas aprovechando las ondulaciones del terreno, se nos
          ofrecían perfectamente visibles.
            Llegó el día en que el Gran Cuartel General tomó la suprema decisión.
          ¡Importantísima decisión que salió del cerebro de muy pocos hombres! Las
          órdenes fueron dadas, y se fijó el día "H" para el desencadenamiento del
          ataque: el día 22 de junio de 1941.
            Se hicieron circular las órdenes para que todo estuviera dispuesto para el
          ataque. Para un ataque de una "pasmosa seguridad", cuya meta era el lejano
          Este. La víspera del día fijado, una vez tomadas las últimas disposiciones,
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